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Ciencia y Tecnología

Un proceso de gamificación en 7 sencillos trucos

Equipo de Expertos en Empresa

El planteamiento de las populares aplicaciones de hoy en día dista mucho del software de los noventa o los libros de toda la vida. La inclusión de elementos de juego en actividades mundanas es la epidemia tecnológica del siglo XXI y ha demostrado ser aplicable en multitud de situaciones diversas.

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  Puede parecer complicado, pero lo cierto convertir un área en juego es un procedimiento bastante guiado. El proceso de gamificación de cualquier campo se basa en la inclusión de mecánicas tradicionales de juegos –ya sean de mesa o electrónicos– con tal de potenciar la interactividad del usuario, fidelizarlo y allanarle su periplo en una actividad tradicionalmente tediosa. A continuación, te proponemos algunas de las fórmulas más efectivas para potenciar la efectividad y motivación de una plataforma.  

  1. Definición de objetivos. Casi cualquier proceso de gamificación debe comenzar por plantear al usuario unas metas que deberá alcanzar en un lapso temporal definido. Gracias a la tecnología es posible llevar un seguimiento de estos objetivos, así como recordarlos día a día con una notificación en el teléfono.
  2. Progresión. En cualquier videojuego es clave que el jugador sienta que, haga lo que haga, está progresando. Barras de progreso o niveles son formas de cuantificar de forma clara el desempeño del usuario en la actividad. Cada cierto tiempo, puede ser conveniente presentarle un salto mayor. Por ejemplo, un test de nivel en el que demuestre que todo lo que ha aprendido en el último mes.
  3. Feedback instantáneo. Una gran ventaja de los videojuegos frente a la educación tradicional es su capacidad de valorar inmediatamente al jugador. Los resultados, ya sea mediante una calificación convencional o un sistema de estrellas, se muestran al instante de haber completado la tarea. Además, la inclusión de efectos visuales y sonoros potencian más el impacto de un acierto o un fallo que la clásica corrección del profesor.
  4. Engranaje social. La sensación de pertenecer al grupo es una de las piezas más importantes de cualquier plataforma ludificada. Para ciertas personas, la competición y superación de sus semejantes es el pilar fundamental de su experiencia. La cooperación por equipos al estilo de las casas de Hogwarts es otro planteamiento igual de efectivo.
  5. Motivadores. La inclusión de motivadores intrínsecos (como la sensación de elección o de control) es de lo más efectivo que hay para satisfacer al usuario. Sin embargo, suele ser más fácil el uso de motivadores extrínsecos como los logros, insignias o puntos; las tablas de clasificación son de lo más efectivas al fomentar una sana competitividad entre usuarios de la misma plataforma.
  6. Narrativa. La inclusión de elementos de ficción puede ayudar de distintas formas. Con una minuciosa caracterización de los personajes o con un editor de avatares, algunas personas pueden identificarse con ellos y sentirse más vinculados al mundo virtual. La ocultación de información o la presentación de distintos resultados según el desempeño o elección del usuario despertará la curiosidad de más de uno.
  7. Presión del tiempo. Presionar al jugador poniéndole límites de tiempo puede ayudarle a concentrarse en la actividad. A largo término, la inclusión de eventos que tengan lugar tan sólo unos días hará que quiera acceder al mundo virtual para ver qué se cuece; el mero hecho de tener que entrar para recoger su recompensa diaria es una argucia de lo más efectiva para fidelizar al usuario.

  Aunque puede que no todo sea aplicable al proyecto que tengas en mente, con estos siete trucos puedes hacerte una idea de por dónde empezar a hilar el proceso de gamificación de cualquier actividad.