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Salidas profesionales de la educación social: una profesión en auge

Salidas profesionales de la educación social: una profesión en auge

Equipo de Expertos en Educación

Hay profesiones que, por una razón u otra, adquieren un valor especial para la sociedad. En esta ocasión, vamos a abordar una que está cobrando relevancia con la creciente lucha por la igualdad. De hecho, la situación actual requiere un esfuerzo mayor por la integración. ¿Cuáles son las salidas profesionales de la educación social? Hacemos un análisis sobre el futuro de este trabajo.

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Las salidas profesionales de la educación social, al detalle

Con solo aproximarnos al ámbito de la educación social y sus salidas profesionales, identificamos numerosas oportunidades. Por ello, decidimos realizar una lista multidisciplinar y enfocada a distintos ámbitos que necesita la sociedad. En todos los casos, el beneficio que se aporta es muy considerable.

Orientador en centros educativos

Un orientador es una figura clave en todo centro educativo, pero que no siempre recibe la consideración que merece. Es el encargado de proporcionar una atención personalizada y dinámica a cada alumno que lo necesite. En muchos casos, acaba siendo quien lo guía sobre qué estudiar después o qué opción de bachillerato escoger.

Para esta profesión, hay quienes deciden prepararse desde el punto de vista del grado en Psicología. Las líneas entre estas dos vías no están muy definidas. Lo que sí es cierto es que, en este último caso, se refuerza más el trabajo en grupos y la resolución de conflictos. Otra de las disciplinas en las que se especializan es en la educación en niños con retraso moderado.

Gestión de servicios sociales

Los servicios sociales son, de acuerdo con el Real Decreto 485/2017, competencia de los ayuntamientos y comunidades autónomas. Por tanto, quien asuma la gestión puede hacerlo desde el ámbito local, provincial o autonómico. Esta profesión está fuertemente vinculada a la vocación, y exige una implicación muy decidida.

Por lo general, un gestor de servicios sociales asume tareas como la evaluación de personas en situación de riesgo. Es, de igual modo, un actor clave en la concesión de ayudas y subvenciones para la igualdad. Puede también examinar situaciones familiares para concertar la prestación de servicios públicos, que son de gran utilidad en muchos casos.

Técnico en programas de intervención e inserción social

Esta figura, tradicionalmente, ha sido muy desconocida. Sin embargo, su importancia es determinante en momentos de incertidumbre como el que estamos atravesando. La llegada de refugiados ucranianos durante 2022, por ejemplo, demostró que los especialistas en inserción son fundamentales para su acogida.

Más allá de la atención a personas extranjeras, también desempeñan un papel interno considerable. Suelen trabajar en centros hospitalarios, entornos educativos o con personas que presentan alguna discapacidad. Su papel con los niños y niñas, en estos tres casos, es minimizar las posibilidades de que sufran exclusión social en el aula.

Educador en centros penitenciarios

Llegado este punto, resulta imprescindible hacer referencia a un aspecto que a veces se ignora. La función de los centros penitenciarios, más allá de castigar el incumplimiento de la ley, es la reinserción. Para conseguir que este proceso sea exitoso, la educación se ha posicionado desde hace décadas como la mejor herramienta.

La educación inclusiva, en este tipo de entornos, adquiere una función muy llamativa. El profesional es el encargado de conocer las necesidades de los reclusos y, en la medida de lo posible, comunicárselas a la dirección de la prisión. Durante su día a día, también examina la situación de los procesados y comprueba el cumplimiento de las normas.

Formador de personas mayores

Los adultos mayores necesitan que la sociedad les dé una consideración especial y un trato más cercano. El aislamiento y la soledad son los dos factores que pueden favorecer que sufran una depresión. Precisamente, uno de los pilares del trabajo social en empresas es hacer posible el envejecimiento activo.

Sin duda, el acompañamiento que prestan los formadores de personas mayores es de valor incalculable. Les proporcionan conocimiento y los ayudan a adquirir nuevas destrezas. Cuando se alcanza la etapa de la gran dependencia (75-80 años), la situación cambia. Llegado este momento, hay que centrarse en proporcionarles la mejor calidad de vida posible.

Educador de personas toxicómanas

Cuando hablamos del grado en Educación Social y sus salidas profesionales, es inevitable mencionar esta realidad. Las personas que sufren una adicción a las drogas necesitan apoyo. Hay que tener en cuenta que son circunstancias en las que incluso la vida corre peligro. Por tanto, la ayuda de un educador social comienza al mantenerle lejos del entorno que ocasionó la toxicomanía.

Este trabajo se suele realizar en centros especializados en los que pueden permanecer ingresados o acudir diariamente. El profesional realiza con los pacientes actividades de distracción y, cuando es posible, les proporciona formación. Solo con estas claves es posible comenzar un proceso de desintoxicación.

Encargado de animación sociocultural

La calidad de vida de la sociedad radica, en gran parte, en la participación en proyectos comunitarios. Un animador sociocultural impulsa la convivencia de los ciudadanos y los anima a formar parte de la vida pública. En los centros educativos, también es el encargado de coordinar la educación en niños con TEA.

Hay otros ámbitos en los que esta figura adquiere un cariz muy diferente. Puede trabajar, por ejemplo, en alojamientos turísticos o espacios de ocio. Funciona, por hacer una comparación, como un encargado de relaciones públicas. Dicho de otro modo, facilita el bienestar y la comodidad de las personas en un espacio determinado.

Técnico de servicios comunitarios

La profesión de técnico de servicios comunitarios es una de las más apasionantes, a nuestro modo de ver. A menudo, su implicación va más allá de su trabajo y pasa al plano personal. Muchos trabajadores de este sector acuden directamente a las casas de los ciudadanos para conocer sus necesidades.

Pero ¿qué diferencia hay entre esta figura y la de asistente social? En el caso que nos ocupa, puede también gestionar centros comunitarios. Se trata de espacios en los que los ciudadanos pueden convivir durante varias horas. Se realizan actividades, dinámicas y cursos para facilitar la cohesión, sobre todo, con las personas en situación de vulnerabilidad.

Orientación a víctimas de violencia machista

La Guía del sistema español en violencia de género, del Ministerio de Igualdad, supone una hoja de ruta para esta profesión. Una de sus funciones principales se desarrolla en OAV (oficinas de asistencia a las víctimas). Hay cuatro fases principales en las que distribuyen su labor, que son las de acogida-orientación, información, intervención y seguimiento.

Hay que tener en cuenta que, como afirman en la institución, la violencia de género es una realidad muy compleja. Por esta situación, cada caso es distinto, lo que exige que el educador social pueda adaptarse al problema. Con esta finalidad, se desarrollan programas de acompañamiento y orientación que van más allá del hecho de poner la denuncia.

¿Qué destrezas necesita tener un educador social?

Hemos podido ver la carrera de educación social y sus salidas profesionales. Sin embargo, hay una cuestión que traspasa el plano formativo y que distingue a quienes se toman su trabajo en serio. Estamos hablando, como no podía ser de otro modo, de las destrezas y cualidades que se deben demostrar.

  • Ser capaz de generar lazos de confianza. Las herramientas más útiles son el diálogo y la comunicación constantes con la persona a la que se está ayudando. Esto último cobra mayor urgencia cuando se recibe una alerta de vulnerabilidad. Cuando se da esta situación, entra en juego la siguiente habilidad.
  • Poder formular una respuesta rápida. Hay que saber identificar la situación, comprender su complejidad y dominar los límites de actuación. Los ciudadanos que necesitan la intervención de un educador social, en muchos casos, lo hacen cuando llegan a un límite. Por tanto, hay que saber acompañarlos desde que lo necesitan.
  • Ser organizado y constante. Cuando hablamos de los servicios sociales, no hay que obviar que en numerosos municipios o comunidades autónomas están colapsados. Como consecuencia, los profesionales deben ser organizados en su trabajo para evitar un cúmulo todavía mayor de casos.
  • Contar con especialización. Este punto puede ser algo complicado de explicar, pero es fundamental mencionarlo. Los educadores sociales se dedican por completo a una de las áreas de esta disciplina. Por ejemplo, a la protección a la infancia o el acompañamiento a víctimas de violencia de género.
  • Conocer el sistema de protección social. Deben mantenerse actualizados y comprender cómo funciona la atención y protección social en nuestro país y en su espacio de trabajo. De esta forma, pueden ofrecer una ayuda más directa y práctica a quienes lo necesitan. Esta cualidad está estrechamente relacionada con la de respuesta rápida.
  • Demostrar vocación. Hemos dejado esta cuestión para el final porque es la más importante. Una actividad como esta requiere una vocación muy firme y decidida. Generalmente, las personas que se dedican a esta labor afirman que lo hacen por la pasión de ayudar a los demás.

Como hemos visto en estas líneas, las salidas profesionales de la educación social son muy diversas. La realidad demuestra que es una profesión en auge debido a las políticas que se están implementando en nuestro país. En la Universidad VIU te invitamos a conocer nuestros programas de formación. ¡Da un impulso a tus estudios!

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