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Ciencias de la Salud

Fibromialgia: definición, síntomas y tratamientos

La fibromialgia es una enfermedad crónica cuya incidencia sigue creciendo en España. Los datos del INE confirman que en 2022 había 275 800 enfermos en nuestro país en la franja de edad situada entre los 6 y los 64 años. El infradiagnóstico es demasiado elevado y se obvian aspectos como que el 30 % de los pacientes que desarrollaron COVID persistente podrían terminar padeciendo fibromialgia o fatiga crónica.

AFIBROM confirma en su memoria que la prevalencia de la dolencia en España es del 2,4 % (un 4,2 % en mujeres y solo un 0,2 % en los hombres). La mayoría de los síntomas aparecen a partir de los 20 años, pero el diagnóstico de la enfermedad resulta, habitualmente, tardío. Además, en no pocos casos es frecuente que no se lleve a cabo un registro o un seguimiento del avance de la enfermedad. Por todo lo anterior, consideramos de vital importancia aclarar todo lo relacionado con una anomalía que produce severos cambios en el día a día de quien la padece.

¿Qué es la fibromialgia?

El Síndrome de Fibromialgia o fibromialgia es un trastorno complejo de dolor crónico, de etiología actualmente desconocida, consistente en dolor músculo-esquelético persistente y generalizado (de intensidad variable según los días, pero de moderado a intenso), que, si bien se puede dar en la población de forma general, tiene un claro predominio femenino. Se puede decir que, de cada 100 personas, aproximadamente 4 padecen fibromialgia. De esas 4vpersonas, aproximadamente, solo 1 de ellas sería un hombre y 3 serían mujeres. Dado este dato, en adelante nos referiremos a las personas aquejadas por esta enfermedad en el término gramatical femenino, ya que, de hecho, en la mayoría de estudios en los que se basan los datos que se exponen a continuación han participado en su mayoría y exclusivamente mujeres.

La fibromialgia constituye en sí uno de los problemas sanitarios más importantes de dolor crónico en los países industrializados y en vías de desarrollo. Esto es debido no solamente a la presencia de dolor debilitante, sino también a los diversos síntomas que acompañan este dolor como son la fatiga, rigidez matutina, trastornos del sueño, migraña, rendimiento mental reducido, ansiedad y depresión; además de su comorbilidad con otros síndromes como el del intestino irritable. No obstante, lo llamativo de esta enfermedad no son los síntomas en sí, sino el hecho de que, cuando una persona con síntomas de fibromialgia es sometida a examen clínico, no muestra ningún daño inflamatorio del tejido que explique la intensidad de sus síntomas. Por tanto, en vista de la inexistencia de un daño inflamatorio, se considera que la causa de esta enfermedad es desconocida, englobándose la misma dentro del espectro de síndromes sin explicación médica.

Afortunadamente, la comunidad científica está mostrando un claro interés en conocer factores que podrían explicar esta enfermedad, realizando una labor y un avance extraordinarios en el campo referente al dolor crónico de forma general, y la fibromialgia de forma particular. Diversas investigaciones científicas, apuntan a la existencia de un procesamiento central anormal del dolor, siendo esta hipótesis la que mayor apoyo empírico está recibiendo. En concreto, se ha observado una hiperactivación de zonas cerebrales implicadas en el procesamiento del dolor cuando pacientes con fibromialgia son sometidas a estimulación dolorosa, donde, además, se observa un claro predomino en la activación de zonas cerebrales relacionadas con el procesamiento emocional y cognitivo del dolor, sobre la activación de las relacionadas con el procesamiento sensorial.

Síntomas de la fibromialgia

A la hora de diagnosticar la fibromialgia correctamente, hay que valorar cuáles son sus síntomas más frecuentes:

  • Dolor continuo en todo el cuerpo. Es más frecuente en las extremidades (inferiores y superiores), la cabeza, el abdomen, el pecho, los glúteos y la espalda. El paciente nota punzadas o ardor.
  • Una sensación de cansancio permanente.
  • Alteraciones en el sueño. Son frecuenten el insomnio o el cambio de horario para dormir.
  • Rigidez muscular, hormigueo y entumecimiento. Las articulaciones también muestran menos flexibilidad y adaptabilidad.
  • Incapacidad para pensar, concentrarse o recordar algo. Recibe la denominación de «fibroniebla».
  • Hipersensibilidad a la luz, a los distintos olores, a temperaturas distintas y al ruido.
  • Inflamación abdominal y estreñimiento.

Tratamiento de la fibromialgia

Lo más frecuente es que el especialista en reumatología diseñe una estrategia de tratamiento que se divide en tres apartados.

El uso de fármacos

Es habitual que se receten sustancias hipnóticas para regular el sueño. Al mismo tiempo, la duloxetina y el milnacipran se encargan de equilibrar los recursos de los que dispone el cerebro para calmar la sensación de dolor. La pregabalina incide en el bloqueo de las células nerviosas que presentan hiperactividad y que intervienen en la sensación de dolor. Otros recursos son la ciclobenzaprina, la amitriptilina y antidepresivos.

Los cuidados personales

El paciente debe saber que la actividad física mejora su estado físico. Caminar, realizar estiramientos, nadar o la práctica del yoga son algunos ejemplos útiles. Es aconsejable respetar los hábitos de sueño y encontrar momentos en el día para descansar.

Otras alternativas

Es el caso de la acupuntura, los masajes o la quiropráctica. Las tres propuestas podrían paliar los síntomas y contribuir a mejorar la calidad de vida de la persona enferma.

Relación entre Psicología General Sanitaria y fibromialgia

Diversos estudios ponen de manifiesto la modulación de las alteraciones físicas por medio de factores no únicamente clínicos, sino también psicológicos (dato congruente con el predomino en la activación de zonas cerebrales relacionadas con el procesamiento emocional y cognitivo del dolor en estas pacientes). Se sabe que las pacientes con fibromialgia presentan puntuaciones elevadas en rasgos de personalidad como el neuroticismo, psicoticismo y alexitimia, mientras que puntúan bajo en extraversión. Además, presentan desórdenes emocionales como ansiedad y depresión y ponen en marcha estrategias de afrontamiento del dolor poco adaptativas a la hora de hacer frente al mismo (moduladas por los rasgos de personalidad anteriormente mencionados), como la catastrofización.

Estos factores han mostrado, a su vez, estar asociados con las alteraciones observadas a nivel del sistema nervioso central ante estimulación dolorosa en la fibromialgia. También se conoce que los déficits cognitivos vienen modulados por el nivel de dolor clínico presente. Específicamente, el procesamiento anormal del dolor produciría una hiperactivación a nivel cerebral en pacientes con fibromialgia, en concreto de áreas cerebrales implicadas no únicamente en el procesamiento de este, sino también en la cognición, lo que haría que estas áreas se mantengan activadas y centradas en el dolor, restando de esta forma recursos a la cognición.

Teniendo en cuenta las quejas reportadas por medio de estas pacientes en cuanto a la mejoría de sus síntomas, se puede decir que para el tratamiento de esta enfermedad se deberían abordar diferentes aspectos de la misma, no exclusivamente los referentes al dolor clínico presente. Las intervenciones no deberían centrarse en la cura pasiva mediante la toma casi exclusiva de medicación, sino en el abordaje de aspectos psicológicos y de personalidad individuales (donde la psicología general sanitaria podría enfatizar su labor), que, si bien no son la causa de esta enfermedad, contribuyen a la cronificación y al mantenimiento del dolor.

La severidad y el impacto del dolor y el resto de síntomas que cursan con esta enfermedad, incluidos los déficits cognitivos, van a verse influenciados en cierta forma por factores individuales tales como el nivel de depresión, las creencias, expectativas, forma de afrontar el dolor, los rasgos de personalidad predominantes, etcétera. El abordaje por parte de la psicología general sanitaria sobre estos factores se centra en:

  • El fomento de estrategias activas y adaptativas en el manejo del dolor.
  • La terapia cognitivo-conductual (entre otras) dirigida a modificar las cogniciones desadaptativas y, por tanto, a la reducción de síntomas depresivos y ansiógenos.
  • La psicoeducación centrada en cómo rasgos de personalidad tales como el neuroticismo, alexitimia y psicoticismo y los pensamientos disfuncionales en cuanto al dolor influyen en el uso de las estrategias poco adaptativas frente al dolor (también entre otros aspectos). Esto implicaría un menor impacto en la salud de estas pacientes (tanto física como mentalmente), un aumento en la calidad de vida y una reducción de los costes sociosanitarios tan elevados en esta enfermedad, dada su alta prevalencia.

Así, la formación en psicología general sanitaria es un magnífico complemento para aquel profesional que quiera mejorar el día a día de los pacientes de fibromialgia. Progresivamente, se va conociendo mejor el funcionamiento y avance de este síndrome, pero se constata que la apuesta exclusiva por el tratamiento farmacológico no es suficiente. Tampoco lo es la implantación de un estándar para todos los enfermos, ya que, como se ha indicado, cada uno se adapta a la enfermedad de manera distinta y tiene una personalidad concreta. Por lo tanto, la personalización del tratamiento, el equilibrio entre las distintas alternativas disponibles y la terapia psicológica y las entrevistas personales para conocer cuáles son los síntomas que más preocupan a cada persona son tres de los pilares más importantes para conseguir el éxito. Será la investigación médica la que pueda aclarar las actuales dudas sobre un síndrome que no deja de alterar la vida diaria de miles de personas en nuestro país.