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Ciencias de la Salud

Frustración: “Aprendiendo a aceptar los “Noes” de la vida”

La frustración es una experiencia emocional que sobreviene cuando nuestros proyectos, expectativas o metas no se cumplen, o nuestros deseos y necesidades no se llegan a satisfacer. Además, es una mezcla de emociones como el enfado, la tristeza y la ansiedad ante ese objeto de deseo no consumado. En la base de una baja tolerancia a la frustración se encuentra la creencia irracional de que el mundo debe girar en torno a nuestras necesidades y deseos; que solo el hecho de desear algo (objeto, meta o persona) nos otorga el poder y nos hace merecedores de pleno derecho a obtenerlo. Aparece una especie de pensamiento mágico que marca que la vida ha de ser fácil y placentera, pues de lo contrario estaremos abocados al fracaso y a la infelicidad. Algo que choca radicalmente con la realidad, lo que provoca que las personas con baja tolerancia a la frustración experimenten un gran malestar emocional ante la no satisfacción de sus deseos.

¿Cómo son las personas con baja tolerancia a la frustración?

Quienes presentan una baja tolerancia a la frustración suelen compartir una serie de rasgos personales fácilmente identificables:

  • La impulsividad.
  • La dificultad para distinguir entre una necesidad y un deseo.
  • La falta de paciencia para esperar o postergar la satisfacción de sus necesidades o deseos. Lo quieren todo inmediatamente.
  • Ante sus peticiones o demandas, no aceptan una negativa por respuesta. Sus deseos deben ser órdenes para los demás.
  • Culpan a los demás o a las situaciones de su propio malestar.
  • Son exigentes con ellos mismos y con los demás.
  • No aceptan la posibilidad de cometer errores por miedo al fracaso.
  • Ante la frustración de sus deseos, reaccionan con ira, llegando incluso a agredir verbal o físicamente a la persona que creen responsable de dicha frustración.

Afortunadamente, la tolerancia a la frustración es una habilidad que se adquiere con la práctica. Su interiorización comienza en la infancia y es parte del desarrollo emocional de las personas. Así, los niños pequeños van evolucionando desde un estado egocéntrico en el que solo piensan en ellos mismos y en la satisfacción de sus propias necesidades (las cuales han de ver resueltas de inmediato) hacia un estado más social y empático en el que aprenden a reconocer la existencia del otro y a respetar sus necesidades y deseos. Con el tiempo, los niños van adquiriendo estrategias para afrontar el malestar que sienten cuando no consiguen lo que quieren.

No obstante, no siempre se llega a adquirir adecuadamente esta habilidad, pudiéndose manifestar baja tolerancia a la frustración en la edad adulta, principalmente ante las situaciones de estrés o las adversidades de la vida.

Estudios sobre el nivel de frustración en España

Dos recientes análisis de la sociedad española confirman que la frustración es una sensación demasiado frecuente. Un estudio de Ipsos realizado en 2022 arroja las siguientes conclusiones:

  • Una de cada tres personas se siente frustrada.
  • España es el segundo país del mundo, tras Alemania, en el que el sentimiento de frustración es mayor.
  • Problemas como la inflación o el covid provocaron un cambio de tendencia. Sentirse frustrado/a va de la mano de pensar que la economía está descontrolada.

Al mismo tiempo, el Ministerio de Trabajo y Economía Social publicó en junio de 2023 el estudio Salud mental y trabajo. Las conclusiones obtenidas subrayan cómo el origen de la frustración está, en un alto porcentaje de los casos, en la situación laboral. Así, los expertos confirman que se sienten frustradas las personas que:

  • Experimentan una sobrecarga de trabajo o una presión continua para terminar sus labores.
  • Se ven expuestos, o amenazados, por la violencia física.
  • Sufren intimidación o acoso laboral mediante amenazas.
  • Se exponen a tratar con clientes, alumnos o pacientes que no le facilitan su labor profesional.
  • No mantienen una buena relación con el resto de departamentos de la empresa.
  • No pueden seleccionar o elegir métodos de trabajo más eficaces, lo que conlleva que su contribución a la mejora del método de trabajo sea nula.

En casos graves, la baja tolerancia a la frustración puede dar lugar a la aparición de problemas psicológicos en la adolescencia y la edad adulta tales como el juego patológico , la adicción a las drogas, la tricotilomanía (impulso a arrancarse el pelo) y otros problemas de control de impulsos (Muñoz, 2005).

¿Cómo enseñar a los niños a tolerar la frustración?

Los expertos en psicología general sanitaria subrayan la indudable importancia de detectar la frustración en los menores. El punto de partida es enseñarles que la vida no es un camino de rosas. No siempre podremos ver satisfechos nuestros sueños, proyectos, deseos o necesidades. Por ello, aprender a tolerar la frustración desde la niñez es un requisito fundamental para afrontar de forma positiva los diferentes noes de la vida (obstáculos, limitaciones, metas incumplidas, problemas, pérdidas, etc.). Tolerar la frustración significa saber resolver los problemas, afrontar las adversidades y superar los obstáculos que la vida nos va poniendo en el camino. En otras palabras, significa sencillamente aprender a aceptar un no por respuesta.

Pautas para enseñar a tolerar la frustración en los más pequeños

A continuación, se muestran algunas pautas para enseñar a tolerar la frustración a los pequeños:

  • Enseñarles a reconocer la frustración y los sentimientos asociados como la tristeza, la ira o la ansiedad cuando aparecen.
  • Mostrarles las alternativas a su alcance para manejar las situaciones de frustración, tales como técnicas de relajación del cuerpo o de respiración.
  • Reforzar positivamente las respuestas adecuadas ante la frustración.
  • Ayudarles a distinguir un deseo de una necesidad.
  • Establecer metas y objetivos alcanzables, adecuados a su edad, que permitan desarrollar su autonomía y responsabilidad y fomentar su autoestima.
  • Hacerles responsables de sus actos y a no culpar a los demás del propio malestar que experimentan ante la frustración.
  • Educarles en la cultura del esfuerzo. Transmitirles que las cosas tienen un valor y que frecuentemente se consiguen con esfuerzo y perseverancia.
  • Establecer límites y normas claras conforme a su edad. Debe subrayarse que un deseo no se convierte automáticamente en un derecho.

El papel de los psicólogos es esencial para conseguir que cada niño/a pueda superar su frustración. Así lo indican Gómez-Madrid, Aguirre Delgado y Borgel del Rosal en el artículo Tolerancia a la frustración en niñez con altas capacidades. Diseño y evaluación de un programa de intervención.

Las autoras les plantearon a varios niños seis actividades que tenían que afrontar en solitario o en grupo. Al principio, se les instaba a afrontarlas de forma presencial, individual o acompañados. Poco a poco, se iban introduciendo actividades virtuales y en solitario. Es aquí cuando la frustración comenzaba a aumentar.

Es decir, no solo se trata de establecer límites o de identificar los síntomas de la frustración en los menores. Más bien, hay que elegir el trabajo en equipo para que los hijos no se sientan solos a la hora de comprender qué les está sucediendo. Sin duda, la terapia psicológica resulta de gran ayuda para evitar la frustración. Entre otras alternativas, destacan las siguientes propuestas:

  • Evitar la sobreprotección para aumentar la independencia. Puede tratarse de acciones habituales como bañarse o colaborar en las tareas domésticas.
  • Promover que los menores establezcan ciertas metas personales, pero evitando que sean inalcanzables.
  • Fomentar el ingenio y la imaginación para encontrar una solución al problema que le frustra. Poner a prueba su capacidad cognitiva y adaptativa es sinónimo de aprendizaje.
  • Contribuir a la correcta identificación de las emociones. Evitar la confusión es esencial para que el niño entienda qué está sintiendo.
  • Aportar técnicas de respiración para facilitar la relajación ayuda a combatir tan negativa sensación con mayor facilidad.

El trabajo del psicólogo va de la mano con el de los padres. Realizar un seguimiento diario de cómo se siente el menor y de cómo afronta los retos de la vida es imprescindible. Asimismo, mejora la adaptabilidad a la rutina y a ir estableciendo metas personales que invitan a mejorar como persona. La clave está en encontrar el equilibrio mental y en ofrecer las claves necesarias para entender que la frustración es un sentimiento natural.

Por lo tanto, es posible concluir que la frustración es un sentimiento inherente al ser humano. Cualquier etapa de la vida nos puede provocar un sentimiento que hay que saber controlar individualmente o con ayuda externa. Las distintas situaciones a las que nos enfrentamos desde que nacemos pueden provocar consecuencias como la adicción a sustancias. Por ello, es de vital importancia contar, desde pequeños, con las herramientas necesarias para identificar los síntomas. A partir de ahí, es importante entender que sentirse frustrado/a puede ser un aliciente para evolucionar. Establecer metas alcanzables, conocer nuestros límites y educar a nuestros hijos para que acepten pequeñas derrotas son aspectos a tener en cuenta. La ayuda de los profesionales de la psicología es inestimable para convertir cualquier momento de desánimo en un aprendizaje. Entender que la vida no siempre se adaptará a nuestros planes y proyectos es muy aconsejable. En ocasiones, una negativa puede ser el inicio de una nueva etapa personal más realista y acorde a nuestras posibilidades y aptitudes.