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Educación

Desmontando la Educación

Equipo de Expertos en Educación

El constante aluvión que venimos recibiendo por parte de los medios de comunicación al respecto de los refugiados lleva a que en muchas ocasiones nos habituemos a ello y le demos cierta normalidad a un fenómeno que no debería tenerla.

La pretensión de este artículo es profundizar en las repercusiones de los conflictos en la educación, con el objetivo de dejar a un lado el continente y analizar el contenido. En concreto, se abordará el impacto que los conflictos violentos generan en la educación alrededor del mundo.

En primer lugar, es importante aclarar la diferencia entre refugiados y desplazados, ya que suele llevar a confusión.

A los refugiados los reconoce el derecho internacional, el cual comprende un marco jurídico de protección y asistencia que data de 1951. Este termino está aceptado internacionalmente, siendo la Agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, su principal propulsor. La ACNUR tiene el objetivo de velar por el cumplimiento de los derechos y el bienestar de los refugiados. El derecho a la educación básica forma parte del citado marco jurídico.

Sin embargo, en lo que tiene que ver con los desplazados no existe un marco jurídico específico que atienda a los derechos de estos, siendo la autoridad nacional a quien le corresponde dicha responsabilidad.

Por ejemplo, el Estado colombiano entiende por víctima del desplazamiento forzado:

“a toda persona que se ha visto forzada a migrar dentro del territorio nacional, abandonando su localidad de residencia o actividades económicas habituales, porque su vida, su integridad física, su seguridad o libertad personales han sido vulneradas o se encuentran directamente amenazadas por infracciones al Derecho Internacional Humanitario, violaciones graves y manifiestas a las normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado interno (Parágrafo 2º, Artículo 60, Ley 1448 de 2011)".

Los desplazados internos llevan aparejada incertidumbre y desconcierto que está directamente relacionada con la falta de credibilidad en las instituciones.

¿Qué efectos produce un conflicto violento en la educación de un país?

 Las estadísticas sobre el progreso de la educación a nivel internacional ponen de manifiesto que los países víctimas de conflictos violentos quedan relegados a los últimos puestos. A modo de ejemplo, citaremos el caso de Iraq. Hasta 1990 fue uno de los primeros de la región en las evaluaciones Unesco, 2003. Estaba a punto de alcanzar la enseñanza primaria universal, tenía altas tasas de escolarización en secundaria y sus universidades gozaban de reconocimiento internacional. Tras la guerra del golfo (1990-1991), Iraq descendió a los últimos puestos de estas evaluaciones.

¿Cómo se perpetra el deterioro a la educación?

  1. Directamente, destruyendo centros escolares de modo organizado y planeado.
  2. Daños colaterales, es decir, el daño realizado durante un conflicto de modo accidental y no intencionado.
  3. Indirectamente, retirando la financiación y desviándola a otras partidas (frecuentemente gasto militar).

Las escuelas son consideradas en muchas ocasiones símbolos del Estado, por lo que se atacan como una forma más de hacer daño al gobierno. En otros casos, simplemente no se está de acuerdo con el tipo de educación que se viene impartiendo en ellas.

Así sucede con los ataques planificados y continuos contra escuelas de Afganistán. También ocurre en los colegios de las regiones donde opera el grupo fundamentalista islámico Boko Haram, siendo su objetivo final establecer la Sharia como norma.

En lo que tiene que ver con los daños colaterales, es conveniente citar algunas cifras para comprender la magnitud de destrucción.

  • Entre 2008 y 2009, 280 escuelas sufrieron daños debido a las operaciones militares protagonizadas por Israel en Gaza. A ello viene añadida una dificultad más, y es la de la imposibilidad de reconstruir los colegios debido a las restricciones que Israel impone para el transporte de materiales de construcción (Watkins, 2011).
  • En Yemen, 220 escuelas fueron destruidas y 725 permanecieron cerradas entre 2009 y 2010 debido a los combates entre el ejército y rebeldes "houthis". En otras ocasiones, aunque los colegios permanezcan abiertos, el miedo a ser secuestrado, asesinado o violado hace que la asistencia a las escuelas sea escasa o nula (Watkins, 2011).

La otra causa de la pérdida del sistema educativo de un país, como se ha dicho previamente, deviene del descenso de los ingresos fiscales y el desvío de capital hacia el gasto militar.

Los 12 países del África subsahariana destinan más presupuesto a gasto militar que a educación. Si redujesen un 10% dicho gasto y lo destinaran a educación, podrían escolarizarse 2,7 millones de niños más. Desde el año 2000, el gasto militar ha aumentado a nivel mundial un 49% (Watkins, 2011).

¿Qué sucede con la educación de los refugiados y desplazados?

El 86% de los refugiados son acogidos por países vecinos con niveles de desarrollo medio-bajo (El Diario, junio de 2015). La mayoría de estos países cuentan con sistemas educativos precarios, con infraestructuras que evidencian carencias y múltiples problemas en el desarrollo y crecimiento de sus regiones. Esta situación trae consigo que en muchos de los campamentos dispuestos para los refugiados en estos países la proporción alumnos/docente sea muy elevada, siendo de 50/1.

Existen campamentos en los que los maestros adolecen de formación e incluso no dominan la lengua adecuada. Otro factor a considerar es la seguridad de los campamentos, sin apenas garantías en muchos de ellos, por lo que algunos progenitores optan por no mandar a los niños al colegio.

En cuanto al nivel educativo que se imparte, la mayoría de ellos no pasa de la educación primaria. En el caso de los desplazados, a todo lo anterior, se adhiere que muchos escolares son secuestrados para formar parte de grupos rebeldes contra su voluntad.

Experiencias docentes durante los conflictos armados

 La importancia dada a la educación ha propiciado que, aun en medio de conflictos violentos, se hayan articulado mecanismos formativos para tratar de resolver la ausencia de una infraestructura escolar de garantías.

Kosovo: Desde 1989, el serbio fue el único idioma oficial de enseñanza y las escuelas que impartían en albanés se cerraron. Frente a esto, los albaneses kosovares organizaron escuelas paralelas en casas particulares donde se daba clase en albanés (Watkins, 2011).

Palestina: Las restricciones en la movilidad debido al conflicto llevó a crear un sistema de enseñanza no oficial, el cual propició que muchos escolares recibiesen instrucción en aulas improvisadas en mezquitas, sótanos e incluso en callejones (Unicef, 2005). 

En 2002 se llevó a cabo un proyecto educativo piloto, con el apoyo de UNICEF, en el que participaron 30 escuelas en Hebrón y Khan Yunis en la franja de Gaza. El proyecto contó con 600 maestros, padres y madres y emisoras de televisión locales. Se elaboraron 230 hojas de auto aprendizaje, que comprendían 4 asignaturas (árabe, inglés, matemáticas y ciencias). Las emisoras locales de televisión emitieron 20 lecciones. Este programa se fue ampliando paulatinamente a otros distritos (Unicef, 2005).

 

Conclusiones

 Los conflictos armados golpean directamente al desarrollo de un país o región. Ello genera un retroceso en muchos aspectos, siendo el sistema educativo uno de los más severos.

Cuando un menor no tiene acceso a la escuela, se encuentra en una situación más vulnerable que puede recaer en fanatismos religiosos, nacionalismos extremistas, intolerancia o racismo. Cerrándose el círculo, para que en un futuro vuelvan a desencadenarse conflictos violentos.

Otro factor importante tiene que ver con el tipo de educación que se da en tiempos pacíficos. Existen casos a lo largo de la historia donde el itinerario escolar ha sido un desencadenante del conflicto violento. Citaremos algunos casos al respecto:

Rwanda: Antes del genocidio, los gobiernos hutu contaban la historia del país de un modo que describía a los tutsis como extranjeros que conquistaron Rwanda oprimiendo a los hutus (Watkins, 2011).

Sri Lanka: Ni los cingaleses en sus libros de texto describían de un modo positivo a los tamiles, ni los tamiles a los cingaleses (Watkins, 2011).

Por tanto, es de vital importancia para un gobierno cuidar el itinerario curricular del sistema educativo para que no sea instrumentalizado. En consonancia, se deberían incluir en el mismo conocimientos básicos que soporten soluciones pacíficas ante conflictos.

Y no podía terminar este artículo sin mencionar la influencia de las nuevas tecnologías en las sociedades actuales. De tal forma que, teniendo una conexión a Internet y un dispositivo electrónico se puede recibir instrucción de cualquier tipo. Lo cual es positivo de un lado pero negativo del otro. Tal como se viene advirtiendo, se han dado casos de personas que acaban cometiendo actos terroristas a través de internet.

En términos puramente económicos, un dólar gastado en prevención por un país donante le ahorraría más de 4 dólares a un gobierno para terminar con el conflicto (Chalmers, 2004, Tomado de Watkins, 2011).

Video Relacionado: Educación en medio del conflicto armado colombiano. En Colombia más del 30% de la población desescolarizada son niños, niñas y jóvenes en situación de desplazamiento a causa del conflicto armado. En este panorama,  el Consejo Noruego para refugiados (NRC en sus siglas en inglés) cree que la educación de calidad se convierte en un espacio seguro para esta población, donde se pueden crear proyectos de vida propios y así brindar esperanza para el futuro.

https://youtu.be/JGHL4YYzNbU

 

Bibliografía:

Watkins, K. (2011). Una crisis encubierta: conflictos armados y educación. El Informe de seguimiento de EPT (Educación para Todos) en el mundo. ONU. Recuperado de: http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/HQ/ED/pdf/gmr2011-summar…

Unicef. (2005). La infancia amenazada: Estado mundial de la infancia 2005. Recuperado de: http://www.unicef.org/spanish/sowc05/sowc05_sp.pdf

Web grafía:

El Diario (18 de junio de 2015). Desplazados en el mundo.

 

 

 

Autor: Antonio Marín Manrique

Colaborador Docente del Máster en Prevención e Intervención Psicológica en Problemas de Conducta de la Escuela