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Expertos VIU | Dra. Laura Carrascosa Iranzo: Ciberacoso. Características, consecuencias y prevención

Clara Castillejo

Este 8 de febrero se celebra el Día de Internet Segura, una efeméride creada con el objetivo de promover un uso seguro y positivo de la tecnología, especialmente entre niños y jóvenes. Sin duda, entre las principales problemáticas que encontramos en los entornos cibernéticos actuales está el ciberacoso, una forma de violencia cada vez más presente en todos los entornos de la sociedad. Para entender más sobre cómo funciona este fenómeno, que características tiene, a quien afecta y cómo podemos prevenirlo, le pedimos a la Dra. Laura Carrascosa Iranzo, doctora en Psicología y Coordinadora de la Maestría Oficial en Criminología: Delincuencia y Victimología, que nos respondiera las siguientes preguntas.

¿Qué entendemos por ciberacoso? ¿En qué se diferencia de las formas de acoso y violencia ‘tradicionales’?

El ciberacoso hace referencia a las conductas violentas ejercidas a través de las redes sociales e Internet con el objetivo de denigrar, humillar y/o amenazar a otras personas. Por consiguiente, los victimarios realizan estos comportamientos de acoso e intimidación de forma reiterada e intencional, promoviendo sentimientos de indefensión y desesperanza en sus víctimas.

El acoso online y offline suelen ser un continuo. De este modo, las personas que sufren victimización a través de las redes sociales suelen ser víctimas de violencia “tradicional”. Por tanto, las consecuencias asociadas a ambos tipos de conductas violentas se multiplican, sobre todo, si se tiene en cuenta las características que diferencian el ciberacoso de la violencia offline. En este sentido, Internet está abierto las 24 horas del día los 7 días de la semana, por ello, los acosadores pueden humillar, degradar u hostigar a la víctima a cada minuto. Esta situación promueve sentimientos de desprotección e indefensión. A esto, se suma la posibilidad de ejercer el acoso desde el anonimato, lo que lleva a la víctima a no saber a quién se está enfrentando, y de qué persona tiene que protegerse. Además, las vejaciones y ofensas pueden enviarse y reproducirse “ad infinitum” sin posibilidad de freno. De hecho, una vez se lanza un mensaje por Internet se pierde el control de hasta dónde puede llegar.

Para clarificar esta diferenciación, solamente tenemos que imaginar un menor o una menor que sufre violencia “tradicional” por parte de sus iguales. Este niño o niña cuando llega a casa o realiza actividades extraescolares se puede sentir protegido y alejado de las amenazas de sus compañeros o compañeras de clase. En cambio, si esta persona sufre, al mismo tiempo, esas burlas, amenazas y humillaciones a través de sus redes sociales, nunca se siente a salvo. De esta manera, la violencia salta el muro del colegio y persigue a los y las menores a todas partes, ya que nuestras redes sociales o las de nuestros compañeros y compañeras siempre están activas. Además, estas situaciones de violencia no se cierran al grupo-aula, sino que se difunden sin límites geográficos.

¿Está limitado solo a niñas, niños y jóvenes en edad escolar o se incluye a otros grupos etarios?

No se puede hablar de ciberacoso como una forma de violencia restringida a la edad escolar.

De hecho, cada vez más investigaciones apuntan hacia ciertas formas de ciberacoso, sobre todo, en la etapa de la adultez emergente. Ciertamente, estos estudios afirman que las personas que aprenden a resolver sus conflictos de forma violenta en las relaciones con sus iguales suelen reproducir esta agresividad en sus relaciones de pareja. Así pues, no solamente se observa un continuo entre las formas “tradicionales” y “virtuales” de violencia, sino también en los diferentes contextos sociales en los que el agresor o la víctima se relacionan. En este sentido, podemos hablar de poliagresión - menores que han sido agresores en sus relaciones con sus iguales y continúan ejerciendo ese rol en sus relaciones de pareja-, y polivictimización-menores que han sufrido violencia por parte de sus iguales y continúan sufriendo violencia en sus relaciones sentimentales. Teniendo en cuenta estos datos, se hace evidente la necesidad de establecer programas de prevención educativa para promover recursos personales y sociales en el alumnado para la resolución positiva de conflictos; así como, la concienciación y sensibilización sobre todas las formas de violencia online y offline. De este modo, se podría prevenir la perpetuación de la violencia.

A este respecto, si no se interviene en prevenir la violencia de pareja en la adolescencia, este tipo de agresiones pueden prolongarse a la adultez, teniendo graves consecuencias psicosociales, que impactan también en los hijos y las hijas. De hecho, el control “tradicional” hacia la pareja, que se ha relacionado con ciertos mitos del amor romántico y estereotipos de género, se ha intensificado debido a las redes sociales e Internet. Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, la tecnología permite un control exhaustivo de la víctima, por ejemplo, obligándole a compartir la ubicación o enviando mensajes constantes a través de las aplicaciones de mensajería instantánea.

Por último, es importante reseñar el ciberacoso que puede sufrir o ejercer una persona adulta en el mundo laboral. Ciertamente, compañeros/as de trabajo pueden difundir imágenes degradantes o íntimas de compañeros/as. Ciertamente, ha habido casos mediáticos sobre este tipo de ciberacoso en empresas.

En conclusión, se puede establecer que el ciberacoso no entiende de edad.

¿Ha aumentado el ciberacoso con la pandemia?

Desde que comenzó la crisis sanitaria, las relaciones interpersonales cara a cara se han trasladado al mundo virtual. Por ende, las formas de acoso tradicionales han descendido y se ha mantenido en alza el acoso virtual. De hecho, durante la situación de confinamiento, en la que las clases pasaron a ser 100% online, el acoso tradicional desapareció, trasladando estas formas de acoso, únicamente, al mundo online. 

¿Cuáles son las principales formas de ciberacoso?

El ciberacoso como se ha ido comentando puede producirse en diferentes contextos y etapas del ciclo vital. No obstante, las formas de ciberacoso, que se van a enumerar a continuación, pueden perpetrase en casi todos los contextos sociales y etapas del ciclo vital (Willard, 2006):

  • Hostigamiento: este tipo de violencia hace referencia al envío de insultos reiterados por parte de un agresor o un grupo de agresores a una sola persona.
  • Rechazo social: en este caso se hace referencia a la expulsión de una persona o varias personas de un grupo online o, a la imposibilidad de que la víctima participe en grupos online.
  • Suplantación de la identidad: este tipo de ciberacoso se refiere a la creación de perfiles falsos en nombre de otra persona. Normalmente, estos perfiles son creados para insultar a otras personas, difundir imágenes y contenido que pueda perjudicar la reputación de la víctima.
  • Denigración: este tipo de ciberacoso comprende la difusión por parte de los agresores de que pueden denigrar la imagen de la víctima.
  • Violación de la intimidad: esta forma de ciberacoso se diferencia de la anterior ya que, en este caso, la difusión de mensajes es sobre información personal de la víctima, como pueden ser imágenes suyas que puedan llevar a la humillación. Ciertamente, una práctica muy extendida entre los adolescentes y adultos emergentes es el sexting, que alude al envío de contenido sexual de forma voluntaria a terceras personas. De este modo, este intercambio de material consentido, puede ser utilizado para extorsionar, amenazando con su difusión, o denigrar a la víctima, enviando estas imágenes o vídeos sexuales a otras personas.
  • Ciberpersecución: en esta última tipología se hace referencia al envío de mensajes que causan amenaza a la víctima de forma reiterada con el objetivo de que sienta miedo.

Además, actualmente, a esta definición se pueden añadir otras tipologías como la “paliza feliz”, que se refiere a la grabación en directo de una paliza que otra persona o grupo de personas le está propinando a la victima, con la finalidad de difundirla a través de redes sociales. De hecho, esta forma de violencia se puede trasladar a las grabaciones de violaciones o agresiones sexuales con el objetivo de difundirla para humillar a la víctima o para demostrar la virilidad de los agresores.

Por último, otra tipología de violencia dentro de las relaciones de pareja sería el control que el agresor puede establecer hacia su víctima, debido a la conexión permanente en redes sociales.

¿Qué consecuencias tiene el ciberacoso en quien lo sufre?

El ciberacoso tiene graves consecuencias psicosociales para la víctima. De hecho, como se ha comentado anteriormente, esta forma de violencia suele solaparse con formas de violencia tradicionales, por tanto, todavía se agrava más el sufrimiento de la víctima. Normalmente, las personas que sufren este tipo de situaciones suelen manifestar miedo por conectarse a redes sociales y a enfrentarse con los agresores, sentimientos de desesperanza, depresión, ansiedad, somatizaciones, problemas para concentrarse… Además, se debe tener en cuenta, que este tipo de situaciones denigrantes, humillantes, amenazantes y desesperantes, pueden llevar a la víctima tomar una de las decisiones más aterradoras, el suicidio. Por consiguiente, no se puede normalizar o tolerar este tipo de situaciones y se deben poner en marcha proyectos de prevención y de intervención.

Además, no se debe olvidar que este tipo de situaciones tiene consecuencias para los agresores, no sólo a nivel legal, sino también a nivel psicosocial. En este sentido, los agresores cuando estas situaciones son toleradas por la sociedad están creando una idea de permisividad hacia la violencia. Esto lleva a crear cierta desconexión moral en los adolescentes y a aprender a resolver los conflictos a través de la violencia. Por consiguiente, este ciberacoso no acabará con la adolescencia, sino que se perpetuará hasta la adultez.

Al mismo tiempo, las personas que observan la violencia de forma pasiva e incluso participan reenviando los mensajes, sienten cierta tolerancia por parte de la sociedad hacia el ciberacoso. Por tanto, pueden llegar a no sentir empatía hacia la víctima y aprender modelos violentos como forma de relación.

En conclusión, se puede establecer que la intervención en casos de ciberacoso no puede restringirse a la víctima, sino que debe abarcar a todos los actores participantes: víctimas, agresores y observadores.

¿Qué podemos hacer para prevenir esta forma de acoso, tanto a nivel de organizaciones y centros educativos, como a nivel individual y como sociedad?

La prevención es la mejor herramienta que tiene la sociedad para erradicar la violencia. Por tanto, la sociedad debe invertir en programas de prevención efectivos desarrollados por profesionales especializados en ciberacoso.

En primer lugar, los centros educativos deben desarrollar planes de convivencia e igualdad que recojan medidas para prevenir e intervenir en situaciones de acoso y ciberacoso. No obstante, una de las mejores formas de prevención es comenzar en la etapa de infantil trabajando la inteligencia emocional y las habilidades sociales para promover la resolución positiva de conflictos. Así como, trabajar la tolerancia cero hacia las conductas violentas. Por tanto, las escuelas deben establecer programas de concienciación y sensibilización hacia todas las formas de violencia adaptados a cada etapa del ciclo vital; ¿por qué?, porque los datos indican altos porcentajes de prevalencia de agresores que no son conscientes de sus conductas de acoso ni tampoco de las consecuencias que sufren sus víctimas. Por tanto, el primer paso para prevenir es informar sobre qué es violencia y qué consecuencias tienen estas acciones en la víctima. De hecho, esta concienciación debe ser útil para promover el desarrollo moral, aumentar la empatía emocional y evitar la desconexión moral en los y las menores.

En segundo lugar, se debe concienciar a las familias sobre los peligros que entrañan las redes sociales para sus hijos e hijas. Para ello, las escuelas deben crear proyectos en los que las familias puedan aprender sobre cómo educar a sus hijos e hijas a utilizar de forma segura y adecuada las redes sociales e Internet. Además, se debe transmitir a los padres y las madres que ellos son el modelo de sus hijos e hijas. Por consiguiente, deben establecer una comunicación positiva y abierta en la familia sobre los peligros de las redes sociales. De este modo, si sufren alguna situación de victimización a través de estos dispositivos, tendrán la confianza para apoyarse en ellos.

Y, por último, la familia y los centros educativos deben promover valores como el respeto, la solidaridad, la tolerancia y la igualdad. Como todos y todas sabemos, en las redes sociales e Internet los y las menores pueden estar expuestos a valores contrarios y a contenidos no aptos para su etapa del ciclo vital. Por ello, se debe establecer un pensamiento crítico hacia todos los contenidos a los que están expuestos a través de los dispositivos electrónicos, y que conozcan los recursos de los que disponen para denunciar situaciones de violencia o acoso que puedan estar observando.

¿Con qué recursos cuenta una persona que es víctima de ciber acoso?

Como se ha tratado en la pregunta anterior, es importante que las familias sean figuras de apoyo para sus hijos e hijas. Una persona menor de edad debe contar con el apoyo de sus familiares para poder solicitar ayuda de un o una profesional especializada. De este modo, contará con una persona adulta de su confianza que podrá ayudarle y apoyarle en todo el proceso. En esta misma línea, en los centros educativos debe haber figuras de autoridad, como puede ser el tutor/a o el orientador/a, que traten estos temas con el alumnado para que conozcan a quién pueden pedir ayuda cuando se encuentren en una situación de riesgo o hayan observado situaciones de ciberacoso entre sus compañeros o compañeras.

Además, los y las menores cuentan con diversos recursos online y con teléfonos de ayuda. En este caso, el Ministerio de Educación y Formación Profesional puso a nuestra disposición el teléfono contra el acoso escolar: 900 018 018. Además, este Ministerio junto con el teléfono propone un chat anónimo y confidencial de Fundación ANAR en el que los y las menores pueden solicitar ayuda: https://chat.anar.org. Siguiendo con un mismo formato, pantallas amigas cuenta con una página web para realizar una denuncia sobre casos de ciberacoso: https://denuncia-online.org. También, se puede denunciar directamente a los Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Y, por último, en relación con la denuncia de contenido sexual o que muestre actos de agresión hacia otras personas, la Agencia Española de Protección de Datos ha creado el Canal Prioritario para denunciar dicho material sensible en Internet: https://www.aepd.es/canalprioritario/

 

Teléfono contra el acoso escolar: 900 018 018

chat anónimo y confidencial de Fundación ANAR: https://chat.anar.org

Pantallas Amigas, denuncia sobre casos de ciberacoso: https://denuncia-online.org.

Clara Castillejo
Clara Castillejo

Equipo de Comunicación de la Universidad Internacional de Valencia.