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Empresa

Impuestos directos e indirectos. ¿Por qué se paga?

Equipo de Expertos en Empresa

Una de las formas más curiosa que se utiliza para explicar la diferencia entre impuestos directos e indirectos está basada en el origen de su aplicación. En los impuestos directos se paga por tener y en los impuestos indirectos por utilizar.

La Agencia Tributaria (AEAT) sigue esta línea para concretar lo que son impuestos directos e indirectos: “son impuestos directos los que se aplican sobre una manifestación directa o inmediata de la capacidad económica: la posesión de un patrimonio y la obtención de una renta. Son impuestos indirectos, por el contrario, los que se aplican sobre una manifestación indirecta o mediata de la capacidad económica: la circulación de la riqueza, bien por actos de consumo o bien por actos de transmisión”

En definitiva, los impuestos directos gravan la riqueza en sí misma, mientras que los indirectos gravan la utilización de esa riqueza.  Si tenemos alguna renta o patrimonio (o sea, una capacidad económica) los impuestos que pagamos son directos. En cambio, el uso que le damos a esa capacidad económica se transforma en un impuesto indirecto.

Para una empresa, la factura fiscal de impuestos directos e indirectos es uno de los gastos periódicos más importantes que debe afrontar. La aplicación a nivel empresarial rige el mismo principio que para cualquier particular, aunque los impuestos sean diferentes.

 

 

Principales impuestos directos e indirectos

Son impuestos directos, de ámbito nacional o autonómico, estos:

  • Impuesto sobre Sociedades (IS)
  • Impuesto sobre la Renta de personas físicas
  • Impuesto sobre la Renta de no residentes
  • Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones
  • Impuesto sobre Patrimonio

En el ámbito local, las competencias tributarias suelen centrarse en impuestos directos: el Impuesto sobre la Actividad Económica (IAE), Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) o el Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM).

Son impuestos indirectos:

  • Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA)
  • Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados(ITPAJD)
  • Renta de Aduanas
  • Impuestos Especiales al consumo.

Como podemos ver, cuando le ponemos nombre a los impuestos, la diferencia sigue siendo clara.

En el primer caso se paga por tener. En forma de beneficio empresarial en el caso del impuesto de sociedades, o en forma de algún tipo de renta o propiedades en los otros casos.

En los impuestos indirectos se paga por consumir (IVA e impuestos indirectos) o por adquirir.

 

Los impuestos en las empresas

Para una empresa, los impuestos directos e indirectos más importantes son dos: el impuesto sobre sociedades y el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA). Ambos copan el mayor porcentaje  de recaudación por parte del Estado, junto al IRPF.

El impuesto sobre sociedades, y en general todos los directos, sabemos cómo y de qué manera se paga, con plazos y cuotas. Pero los impuestos indirectos, basados en el consumo, muchas veces son muy engañosos.

¿Sabemos los impuestos indirectos que pagamos? Realmente es muy difícil saberlo. El IVA puede estar más controlado. Pero, ¿y el resto?. Cada vez que se llena un depósito de combustible para un vehículo de empresa, casi la mitad del importe corresponde a impuestos. En la factura eléctrica, del  gas o de productos especiales ocurre algo parecido.  Son gastos que se asumen sin darnos cuenta de los impuestos que hay detrás.

Sin embargo, los impuestos funcionan de modo parecido en todos los sitios. El problema en nuestro país es otro. España es uno de los países que menos recauda en la Unión Europea, y eso es así, aún a pesar de que la carga y el esfuerzo fiscal de los contribuyentes es similar. La explicación a este hecho la revelan muchos expertos cuando afirman que nuestro sistema fiscal es ineficiente y está gravemente afectado por el fraude.

Las pequeñas y medianas empresas (pymes) deben hacer un esfuerzo fiscal muy alto, mientras que las grandes tienen recursos, basados en lo que se denomina ingeniería fiscal, para pagar menos impuestos de los que les corresponden por su tamaño.

Teniendo en cuenta que la gran mayoría de las empresas en nuestro país son pymes, y que de ellas depende, en gran medida, la creación de empleo, las políticas fiscales deben ser más cuidadosas y eficientes para proteger la economía.