Dra. María Antonia Parra-Rizo ¿Cómo impacta el estrés en el deterioro cognitivo de la población mayor?

Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 77% de la población mundial ha experimentado estrés en algún momento de su vida. Si a esto unimos que, según el mismo organismo, el estrés contribuye al 75% de las enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardíacas, la diabetes y la depresión; resulta sencillo entender el por qué resulta fundamental estudiar a fondo las características y el impacto que esta respuesta física y emocional tiene sobre nuestra salud y bienestar.

Aunque se trata de un problema que afecta más a las personas jóvenes (la OMS estima que el 79% de las personas de 18 a 24 años han experimentado estrés, en comparación con el 61% de las personas de 65 años o más) sus efectos sobre la población de personas mayores tienen características particulares que necesitan un enfoque especializado a la hora de ser abordados.

La Dra. María Antonia Parra-Rizo, doctora en Psicología de la Salud y docente e investigadora de la Facultad de Ciencias de la Salud y de la Facultad de Ciencias de la Educación de VIU, es experta en el estudio de la mejora de la calidad de vida de la población mayor desde la perspectiva psicofísica, una línea de investigación que la ha llevado a estudiar el impacto que el estrés tiene en el deterioro cognitivo en la población mayor de 65 años.

¿Cómo se vincula el estrés crónico con el deterioro cognitivo en el envejecimiento?

Según una investigación reciente de Lupien et al. (2018), el estrés crónico puede acelerar el proceso de envejecimiento cerebral y aumentar la vulnerabilidad a enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer. Esto se debe a los efectos perjudiciales del cortisol en el hipocampo y la corteza prefrontal, áreas cruciales para la memoria y la función ejecutiva.

¿Cuáles son los efectos del estrés prolongado en la formación y consolidación de la memoria en personas con deterioro cognitivo?

Según un estudio de Quervain et al. (2017), el estrés prolongado puede interferir en la formación y consolidación de la memoria, especialmente en individuos con deterioro cognitivo. Esto se atribuye a la disminución de la plasticidad sináptica y la inhibición de la neurogénesis en regiones cerebrales clave, lo que resulta en un deterioro de la memoria a corto y largo plazo.

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¿Cómo afecta el estrés crónico a la función sináptica y la plasticidad neuronal en pacientes con deterioro cognitivo?

Investigaciones recientes, como las realizadas por Smith et al. (2020), indican que el estrés crónico puede exacerbar la disfunción sináptica y la reducción de la plasticidad neuronal en pacientes con deterioro cognitivo. Esto puede conducir a una mayor pérdida de conexiones neuronales y a una disminución progresiva de las habilidades cognitivas, agravando así el deterioro cognitivo.

Representación renderizada de Placas amiloides formándose entre neuronas

¿Se ha identificado alguna relación entre el estrés y la progresión de la enfermedad de Alzheimer?

Estudios longitudinales, como el llevado a cabo por Wilson et al. (2013), sugieren que el estrés crónico puede acelerar la progresión de la enfermedad de Alzheimer. Se ha observado una correlación entre los niveles elevados de cortisol y un mayor depósito de placas amiloides y ovillos neurofibrilares, lo que potencia la neurodegeneración y agrava los síntomas del deterioro cognitivo.

¿Cuál es la implicación del estrés crónico en la disfunción de la función ejecutiva en pacientes con deterioro cognitivo?

De acuerdo con una revisión exhaustiva de Sapolsky (2015), el estrés crónico puede exacerbar la disfunción de la función ejecutiva en pacientes con deterioro cognitivo. Esto se debe a la reducción de la conectividad funcional entre las regiones prefrontales y otras áreas cerebrales, lo que resulta en dificultades para la planificación, la toma de decisiones y el control inhibitorio.

¿Qué estrategias terapéuticas se están investigando para mitigar los efectos del estrés en el deterioro cognitivo?

Investigaciones recientes, como las de Miller y Chen (2021), están explorando intervenciones farmacológicas y terapias conductuales para contrarrestar los efectos del estrés en el deterioro cognitivo. Terapias como la terapia de reminiscencia, la práctica regular de ejercicio físico y la reducción del estrés mediante técnicas de relajación han mostrado resultados prometedores en la mejora de la función cognitiva y en la reducción de los síntomas del deterioro cognitivo relacionado con el estrés.