Dra. María Antonia Parra Rizo VIU
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Expertas VIU | Dra. María Antonia Parra Rizo: La normalización del estrés y sus repercusiones para la salud

 

Estrés. Nos hemos acostumbrado al concepto, incorporándolo a nuestro léxico diario y a nuestra batería habitual de estados anímicos ¿Cuántas veces hemos declarado estar estresados, ante la consulta de algún amigo o persona cercana? De hecho, el estar estresados constantemente se ha convertido en una suerte de nueva normalidad en nuestras sociedades. La incertidumbre económica, política y ecológica, y el crecimiento exponencial de la demanda de productividad en los entornos laborales, ha creado un ambiente propicio para convertir esta respuesta adaptativa en una condición permanente.

Según datos combinados de Eurostat, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Mundial, Reuters y el Fondo Monetario Internacional, entre otras instituciones, España figura como quinto país con mayor nivel de estrés entre los miembros de la Unión Europea. Es también, el país de la OCDE donde más ansiolíticos se consumen, con un crecimiento constante del consumo anual superior a 5% desde 2018, llegando a crecer un 5.74% en 2021, lo que se traduce en 93,33 dosis diarias de ansiolíticos y sedantes consumidas durante este año. Pero ¿Qué es el estrés? ¿Cómo afecta nuestra salud? Y ¿Qué podemos hacer para prevenir sus efectos nocivos?

Para encontrar respuestas a estas interrogantes, le pedimos a la Dra. María Antonia Parra Rizo, doctora en Psicología de la Salud y docente de la Faculta de Ciencias de la Salud de VIU en el Grado en Psicología y el Máster Oficial en Neuropsicología Clínica, que nos respondiera la siguiente entrevista.

¿Qué es el estrés?

El estrés es una respuesta del cuerpo ante demandas a las que tiene que hacer frente, tanto a nivel fisiológico, cognitivo, emocional y conductual. El cerebro se activa junto con el sistema nervioso y endocrino para prepararlo y hacer frente ante dicha demanda, puede ser debido a una demanda familiar, personal, económica o financiera, laboral, cambios sociales etc.

No es una emoción, es una respuesta ante las demandas, es una reacción adaptativa. Si lo acogemos en sentido positivo, nos ayuda a realizar actividades porque nos activa, en cambio, si lo acogemos en sentido negativo, lo veremos como una amenaza o peligro.

En primer lugar, reconocemos que debemos de ponernos en marcha y que debemos de actuar, la adrenalina es la que nos ayuda en este primer momento, es un estado de alarma en el que respondemos ante la demanda. Aquí incrementa la atención, la memoria, el rendimiento y la productividad, entre otros.

"El estrés no es una emoción, es una respuesta ante las demandas, es una reacción adaptativa"

En segundo lugar, entramos en una fase de resistencia o de adaptación, donde se manifiestan los síntomas del estrés y el cuerpo lucha por restablecerse dado que se maximizan todas las energías del organismo.

Por último, y si continuáramos con el estrés continuo, se convertiría en crónico, y es donde se incrementan las enfermedades derivadas del estrés como consecuencia del desencadenamiento continuo del cortisol, lo que se denomina la fase de agotamiento. Es una etapa que acontece como consecuencia de persistir en esta situación, donde el agotamiento, el cansancio y la pérdida de rendimiento y la reducción de capacidad es notable.

Es necesario diferenciarlo de la ansiedad, puesto que, la ansiedad es una estado emocional negativo y supone la anticipación de una amenaza, siendo el miedo el que provoca evitación y escape, como en el caso de las fobias o miedos anticipatorios. El estrés en cambio se refiere al proceso adaptativo ante una demanda a la que hay que hacer frente y que conllevará agotamiento físico y mental, dado que requiere alto rendimiento del organismo.

¿El estrés es bueno o es malo?

El estrés en cortos períodos de tiempo es efectivo, por ejemplo, para hacer una tarea concreta. Es una respuesta natural del organismo que nos ayuda a sobrevivir, permite ponernos en marcha y adaptarnos a los cambios, tomar decisiones y realizar la tarea concreta. En cambio, si se convierte en algo crónico, diario y, por tanto, en una normalización de la situación todos los días, es cuando se convierte en un peligro para la salud.

"En períodos cortos de tiempo el estrés nos ayuda a enfrentar tareas y problemas, si se convierte en algo diario, crónico, es perjudicial para nuestra salud"

¿Qué repercusiones tiene para mi salud?

En primer lugar, adquirimos conductas poco saludables como comer en exceso, fumar, beber alcohol o consumo de drogas, no dormir lo suficiente, entre otros.

En segundo lugar, todo ello desencadenará en problemas para la salud como:

  • Dolor de cabeza, de espalda, presión en el pecho.
  • Cansancio, fatiga, alteración del sueño.
  • Disminución de las defensas de mi sistema inmunológico.
  • Molestias gastrointestinales, cambios en los ácidos gástricos, úlceras y alteraciones en el apetito.
  • Sexuales, como disminución o aumento de deseo o indiferencia.
  • Problemas cardiovasculares, aumento de la presión arterial.
  • Problemas cognitivos, de memoria, recuerdos.
  • Irritabilidad o mal humor.
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Infografía gestión del estrés VIU

¿Qué causa estrés?

Principalmente se debe a cualquier acontecimiento que cause en la persona una activación que sea un factor estresante para la misma, por tanto, el cómo percibo la situación también influye en cómo yo responderé a ese estímulo, por lo que, un factor importante a tener en cuenta son las estrategias aprendidas por la persona para hacer frente a las demandas.

Algunas estrategias efectivas y relativamente fáciles de implementar para gestionar el estrés y aprender respuestas sanas para nuestra salud son las siguientes:

1. Cuidar el bienestar psicológico, al igual que cuidamos nuestra salud física y pedimos asistencia sanitaria. Para ello, es necesario prestar atención y conocer hasta dónde puedo llegar, cuales son mis emociones, cómo me encuentro y si es necesario pedir ayuda a un profesional.

2. Prestar atención a las cosas que puedo alcanzar son objetivos realistas de tiempo y capacidades, siendo consciente de cuales son mis límites, y seleccionando lo relevante para mí.

3. Cuidar y preservar mi espacio personal, un espacio para el ocio y tiempo libre y relaciones sociales en conexión con la naturaleza y el aire libre, la distracción y el humor. Por un lado, ayuda a desconectar, pero, por otro lado, realizar actividades placenteras, que nos agracen y relacionarnos con los demás genera hormonas positivas que redundarán en nuestro bienestar, como la oxitocina.

4. Aprender a responder ante las demandas sin perjuicio de mi salud.

5. Aprender a decir la palabra NO.

6. Aprender a hacer ejercicios de relajación o meditación para atenuar el estrés o actividades relajantes para mi (leer, jardinería etc).

7. Aceptar que no todo se puede controlar, mirar las cosas como oportunidad para crecer personalmente y desde un afrontamiento de las cosas positivo.

8. Practicar algún tipo de ejercicio de mi agrado por al menos 30 minutos diarios. Al practicar ejercicio, se libera dopamina, relacionada con el placer, además mejorará el aprendizaje y la memoria. También me encontraré mejor de autoestima al liberarse la serotonina, a descansar mejor y regular mi apetito. Finalmente, también reducirá el dolor y sensaciones negativas al liberarse la endorfina con la práctica de ejercicio.

"Estamos poniendo en riesgo nuestra salud física y emocional, aceptando el estrés crónico como algo normal y empleando más ansiolíticos que nunca"

¿Estamos normalizando el estrés?

La sociedad muestra en los estudios cada vez más altos niveles de estrés. El contexto económico, financiero, las demandas laborales, personales, familiares, junto con la cantidad de estímulos diarios que percibimos, la inmediatez para todo, las redes sociales y nuevos medios de comunicación inmediatos, han hecho que se normalice la vorágine actual en la que nos encontramos de estar en un estado continuo día tras día de estrés.

La problemática de que el día a día sea así, de asumir con normalidad y con naturalidad este nuevo modelo imparable de inmediatez, genera que desbordemos nuestra salud tanto física como emocional ante este nuevo modelo de sociedad y estilo de vida normalizado. Estamos poniendo en riesgo nuestra salud física y emocional, aceptándolo como algo normal y empleando más ansiolíticos que nunca.

Los tiempos pausados, la calma, parecen haber desaparecido en un mundo cada vez más inmediato y con cambios para el día siguiente a los que adaptarse. Por lo que, es necesario, que tomemos medidas para cuidarnos y preservar nuestra salud desde la calma y la pausa con pequeños espacios diarios preservados para cuidarnos como acción preventiva de salud individual y colectiva.

Emilio Vivallo VIU
Emilio Vivallo-Ehijo

Equipo de Comunicación de la Universidad Internacional de Valencia.