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Ciencias de la Salud

Habilidades sociales, las grandes olvidadas

Equipo de Expertos en Educación

El pasado 1 de noviembre se ponía en marcha el teléfono contra el acoso escolar, teléfono que funciona 24 horas y los 365 días del año. Esta noticia se publicó en medios de comunicación escrita y audiovisual de todo el territorio nacional y lo que más me llamó la atención y creo que debe llevarnos a la reflexión es la frase del secretario de Educación, Formación profesional y Universidades, Marcial Marín en la que decía "aunque sea festivo, para el teléfono contra el acoso no hay fiesta" y que se contempla "una atención específica para los alumnos con discapacidad auditiva o del habla". Y tiene razón, todos y cada uno de nosotros deberíamos tener en mente que el acoso escolar es una realidad del día a día y que le puede suceder a cualquier alumno, con o sin discapacidad. El 2 de noviembre saltaba también en los medios de comunicación que comenzaba en España la huelga de deberes durante los fines de semana de noviembre. Ante estas dos noticias, algo hizo que mi conciencia se removiese y que me plantease preguntas acerca de hacia dónde estamos enfocando la educación y la conducta de las nuevas generaciones. Y con ello, la importancia de las habilidades sociales y cómo las nuevas tecnologías, la falta de tiempo, las prisas, el cansancio... nos ha llevado a dejar de lado el fomento de las habilidades sociales en los niños. Y qué son las habilidades sociales, muchos han sido los que han ido haciendo definiciones a lo largo de los años, a mí me gusta referirme a ellas como las capacidades personales que posibilitan la adaptación y el desarrollo personal y social de cada individuo. Aquellas que posibilitan la buena interacción con otras personas de manera eficaz y la autonomía personal. Todas las conductas que permiten que la persona evolucione y se vaya adaptando a las distintas circunstancias y situaciones que se van a ir sucediendo en su vida. No podemos olvidar que el ser humano es social y convive con otras personas, y para ello ha de desarrollar las habilidades necesarias para superar y disfrutar de todo lo que puede ocurrirle. Las habilidades sociales no son innatas, son aprendidas y se aprenden desde la infancia, por imitación, refuerzos positivos de conductas y con apoyo de normas establecidas. ¿Estamos ayudando a las generaciones a aprender y convivir? Llegados a este punto, es hora de exponer las dos habilidades sociales esenciales para crear un buen clima de convivencia: la comunicación y la asertividad. La comunicación ha ido evolucionando al igual que la sociedad y estamos en la era de la tecnología, los niños, jóvenes y adultos se comunican la mayor parte del tiempo a través de las tecnologías. Estas tecnologías, han supuesto un gran avance para aquellos niños afectados por problemas de comunicación que requieren de una comunicación aumentativa y alternativa, que se alcanza gracias a comunicadores dinámicos  (The Grid 3, Plaphoons...) y aplicaciones para dispositivos móviles (LetMe Talk, CPA 2.0...) consiguen expresar todos sus pensamientos y se les abre el mundo.  Ésta es la parte positiva de las nuevas tecnologías, pero no podemos olvidar que las redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea han abierto una brecha de vulnerabilidad. Esa vulnerabilidad, provoca que muchos menores sufran acoso a través de este tipo de comunicación. ¿Dónde está el límite? ¿Control parental? ¿Asertividad? Muchas son las definiciones en referencia a la asertividad, pero no es más que la capacidad de defender nuestros derechos, creencias, opiniones, sentimientos sin menospreciar a los demás. Es aquí donde debemos reflexionar, ¿estamos ayudando a los niños a alcanzar esta habilidad, a no herir a los demás y evitar pasar por encima? O por el contrario, estamos permitiendo que los niños ataquen a otros con independencia del daño que puedan causar. Es hora de que usemos las nuevas tecnologías para ayudar y enseñar, y se dejen de lado para dañar, herir, atacar, menospreciar... Empecemos por nuestras emociones y por las emociones de los demás, usemos aplicaciones para entrenar en el reconocimiento de emociones (Proyecto Emociones, Tuli Emociones, disponibles para Android) y fomentar la empatía, esa capacidad de ponerse en el lugar del otro e identificar cómo se siente. Es hora de ponerse en marcha para evitar leer más noticias de casos de acoso y de niños que presentan conductas disruptivas. Beatriz Álvarez Valderrama Colaboradora en el Máster Universitario de Prevención e Intervención Psicológica de Conducta en la Escuela VIU