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Ciencias de la Salud

Dieta funcional, mejorando la salud a través de la alimentación

Equipo de Expertos en Ciencias de la Salud

Bajo el concepto de dieta funcional subyace la idea de que nos alimentamos no solo para sobrevivir, estar saciados o experimentar el placer que supone un buen plato de comida, sino que esos alimentos están estrechamente relacionados con nuestra salud física y mental.

Las primeras ideas en relación a los alimentos y las dietas funcionales surgieron en Japón en la década del 80 del pasado siglo. De hecho, el país nipón tiene una legislación específica para los alimentos funcionales, que implica que deben cumplir con determinadas características para poder ser incluidos en el listado oficial y llevar el sello de FOSHU (Foods Of Specified Health Use).  

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¿Qué son los alimentos funcionales?

Antes de adentrarnos a explicar qué se entiende por dieta funcional, debemos abordar en concepto de alimentos funcionales, un término que en realidad antecedió al de dieta funcional. Los alimentos funcionales son aquellos que poseen un componente activo que genera beneficios fisiológicos, con el objetivo de prevenir o incluso curar una enfermedad (Roberfroid, 2000 citado en Varela, González y Marcos, 2002). Popularmente se usan para disminuir el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, osteoporosis o enfermedades cardiovasculares. En la Unión Europea, en el año 1999, se definieron una serie de criterios que debía cumplir un alimento para ser considerado funcional. Entre esos criterios están:

  • Que sea un alimento convencional o cotidiano que se consuma como parte de una dieta normal
  • Formado por compuestos naturales, en ocasiones aumentando su concentración o formando parte de alimentos que normalmente no los incluyen
  • Científicamente debe haberse demostrado que promueven efectos positivos en determinada función, más allá de una nutrición básica
  • Estar diseñado para promover un estado de bienestar y salud en orden de mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de enfermedades

Entre los componentes más populares que se les añade a los alimentos para convertirlos en funcionales están:

  • Probióticos: microorganismos vivos que al ingerirse tienen beneficios para la salud. Son populares los yogures que contienen probióticos.
  • Prebióticos: alimentos que nuestro intestino no digiere, pero que sí contribuyen a la salud de la microbiota intestinal. Entre los más conocidos están los fructooligosacáridos (FOS) y la inulina.
  • Nutrientes: como hierro, calcio o ácidos grasos omega 3. Una simple visita al súper puede descubrirnos una importante cantidad de productos que tienen nutrientes añadidos.

¿Los alimentos naturales son alimentos funcionales?

El concepto tradicional de alimento funcional no incluye a los productos naturales. Sin embargo, muchos son los profesionales que defienden que existen bases científicas suficientes para considerar que determinados nutrientes, presentes de forma natural en los alimentos, tienen un efecto beneficioso para la salud.

Por ejemplo, los flavonoides como anticancerígenos, que están presentes en fresas, uvas o granadas. O Los ácidos grasos omega 3 como protectores del funcionamiento cognitivo, que pueden ingerirse a través de productos como el salmón o las nueces.

¿Qué es la dieta funcional?

La dieta funcional es aquella que incluye alimentos funcionales orientados disminuir el riesgo de determinada enfermedad. Pero el concepto en sí va más allá y plantea la necesidad de llevar una dieta equilibrada que además incluya alimentos funcionales.

La dieta funcional implica la existencia de objetivos, por ejemplo, mantener niveles saludables de colesterol, evitar la diabetes o disminuir el riesgo de cáncer de colon. En función de esos objetivos se diseñará la dieta funcional, idealmente diseñada por un profesional de la nutrición y la dietética.  

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