
Trastorno del vínculo: qué es, síntomas, causas y abordaje terapéutico
El trastorno del vínculo o, trastorno reactivo del apego, es una manifestación, en algunos niños y niñas, de conductas disruptivas, hiperactividad e impulsividad producidas por una ruptura del lazo efectivo entre el niño y sus padres, especialmente con la madre.
La detección temprana del trastorno del vínculo en la infancia es fundamental, ya que en esos primeros años se construyen las bases emocionales que influirán en toda la vida. Cuando no se identifica a tiempo, el niño puede arrastrar carencias afectivas que se traducen en dificultades para confiar, expresar emociones y establecer relaciones estables en la adultez.
Síntomas y manifestaciones
Este trastorno se manifiesta en niños en forma de timidez, irritabilidad, tristeza, falta de interés en la interacción social, evitación del contacto físico, y dificultad para buscar ayuda o mostrar afecto. También pueden exhibir conductas disruptivas, como agresividad o manipulación. Los signos del trastorno del vínculo pueden variar según la edad, pero los más comunes incluyen:
- En la infancia:
- Dificultad para confiar en adultos.
- Rechazo o miedo excesivo al contacto físico.
- Conductas agresivas o de aislamiento.
- Dependencia extrema de ciertos cuidadores.
- En la adolescencia y adultez:
- Problemas para mantener relaciones estables.
- Miedo al abandono o rechazo.
- Inseguridad afectiva y baja autoestima.
- Tendencia a evitar la intimidad emocional.
Causas del trastorno del vínculo
Hasta ahora, siempre se había relacionado el trastorno del vínculo con experiencias traumáticas ocurridas en las etapas más tempranas de la vida del niño:
- Abandono o separación prolongada de los padres.
- Situaciones de maltrato físico, emocional o negligencia.
- Falta de estimulación afectiva.
- Ingresos en centros de acogida.
- Inconsciencia en el cuidado (cambios frecuentes en cuidadores o centros de internamiento).
No obstante, en los últimos años se han diagnosticado casos de niños con problemas importantes de vinculación sin que se hayan producido grandes traumas. Las larguísimas jornadas laborales de los padres, que en ocasiones obligan a contratar un canguro durante muchas horas y los ingresos en la guardería en edades inferiores a los dos años, pueden provocar también alteraciones en el vínculo afectivo.
El comportamiento de los niños con trastorno del vínculo
Los niños con este problema suelen presentar un parámetro de conducta similar: Constantemente ponen a prueba el amor de sus padres y los lazos de conexión mediante un sutil y constante proceso de exigencias y manipulaciones.
En los casos más graves, el niño recurre a comportamientos agresivos y violentos contra sus padres y otras personas del entorno más cercano e incluso contra ellos mismos.
Otros niños presentan somatizaciones frecuentes, tipo dolores de cabeza o de barriga con el fin de conseguir la atención de los padres. No es infrecuente que le niño verbalice su situación con frases del tipo: «nadie me quiere» o «me gustaría morirme». En algunos casos, el trastorno del vínculo puede desembocar en un cuadro depresivo.
Tipos de trastornos del vínculo
No se debe olvidar que se trata de un trastorno clínico catalogado, por lo que solo puede ser diagnosticado por un especialista médico. En general, para poder considerar que un niño o niña sufre este trastorno su relación social se manifiesta marcadamente alterada e inapropiada para su edad. Normalmente, el problema aparece antes de los 5 años de edad.
En el trastorno del vínculo se diferencian 2 subtipos:
- Tipo inhibido. La alteración dominante de la relación social reside en la incapacidad persistente para iniciar la mayor parte de las relaciones sociales y responder a ellas de modo adecuado al nivel de desarrollo del sujeto.
- Tipo desinhibido. En este caso se da una alteración dominante de la relación social consiste en una sociabilidad indiscriminada o una ausencia de selectividad en la elección de figuras de vinculación.
Cómo se debe tratar a un niño con este problema
Cada niño es diferente y por lo tanto habrá que analizar con cuidado su propia historia y sentimientos, así como otros factores de riesgo presentes. Por lo general, estos chicos necesitan mucho apoyo y comprensión, tanto a nivel familiar como en el entorno escolar. Por ello requiere un tratamiento especializado que puede incluir:
- Terapia psicológica individual: enfocada en la regulación emocional, la confianza y el fortalecimiento de la autoestima.
- Terapia familiar: ayuda a mejorar la comunicación y a construir relaciones más seguras dentro del hogar.
- Intervenciones educativas y sociales: en niños, la coordinación con docentes y cuidadores es fundamental para apoyar el proceso.
- Terapias basadas en el apego: que buscan reparar y construir vínculos afectivos más seguros.
Cuando se dan casos de hiperactividad y desconcentración como síntomas secundarios al trastorno del vínculo, los profesores en el aula deben tomar las medidas propias del alumnado con TDAH: apoyo escolar en caso necesario, explicaciones individualizadas o adaptación de las tareas al ritmo del alumno, etc.
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Preguntas relacionadas:
No. El trastorno del vínculo no afecta únicamente a los niños, aunque se origina en la infancia, las dificultades para formar vínculos pueden persistir y manifestarse en la edad adulta, afectando las relaciones personales, la autoestima y el bienestar emocional.
El diagnóstico del trastorno del vínculo debe ser realizado exclusivamente por un profesional de la salud mental con experiencia en salud mental infantil y apego.
Los profesionales capacitados para realizar este diagnóstico son:
- Psicólogos clínicos especializados en niños y adolescentes.
- Psiquiatras infantiles y de la adolescencia.
La formación en este campo está dirigida principalmente a profesionales de la salud mental, como psicólogos, psiquiatras, terapeutas y otros profesionales del ámbito psicosocial. A menudo se requiere una titulación universitaria relacionada.
Para especializarte en salud mental infantil y apego, lo ideal es estudiar una especialización en Psicología en la Infancia y Adolescencia.