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Ciencias de la Salud

Depresión endógena: definición, prevención y métodos de ayuda

Equipo de Expertos en Ciencias de la Salud

La depresión o DSM V es una enfermedad que presenta distintos síntomas en cada paciente. En los últimos años, se ha podido clasificar de diversas maneras. Al mismo tiempo, han surgido nuevos términos para definir esta alteración del funcionamiento del cerebro. Te comentamos todos los detalles sobre la depresión endógena

¿Qué es la depresión endógena?

En la actualidad, recibe el nombre de trastorno depresivo mayor y presenta un complicado diagnóstico. Es aquella que aparece por la presencia de una propensión genética. Sin embargo, no es la única razón. Hay otras causas que pueden provocarla. Así, una de ellas se relaciona con el entorno más directo, como ha sucedido con los sanitarios que atendieron a los pacientes de covid-19 al inicio de la pandemia.

Por otro lado, es habitual que sea la consecuencia de varios cambios biológicos producidos en el cerebro, como el descenso en la producción de serotonina. Estos afectan directamente a la salud mental.

Tipos de depresión y síntomas

Al hablar de la depresión endógena, hemos de aclarar que es uno de los tipos de depresión con los síntomas más difíciles de detectar. Es decir, el paciente experimenta un cambio que visto desde fuera no tiene por qué asociarse a la dolencia. Nos referimos a los siguientes síntomas:

  • La alteración del patrón del sueño. O bien la persona duerme muy poco o bien lo hace de forma exagerada.
  • La ansiedad y el estrés. Lo normal es que el paciente presente un enorme desinterés por actividades que antes disfrutaba. La pérdida de ilusión y la apatía aumenta la tristeza. Al mismo tiempo, el mínimo cambio en su rutina es motivo de estrés o de un trastorno ansioso.
  • El cansancio. Lo puedes asociar al ritmo de vida o al esfuerzo físico o mental. Sin embargo, en este tipo de depresión, este síntoma no se supera descansando.
  • Una reacción emocional mínima. La persona no reacciona ante ningún tipo de estímulo o situación. Parece que vive su día a día sin implicarse y como un autómata.
  • Molestias y dolores generalizados. Son somáticos, por lo que no pueden mejorar con medicación.

Diferencias entre depresión endógena y exógena

La principal está en la causa que provoca cada uno de los tipos de depresión. Algunos especialistas confirman en su estudio que la endógena tiene una causa orgánica y la exógena una externa. En el primer caso, el origen está en el déficit de las siguientes sustancias:

  • Serotonina.
  • Noradrenalina.
  • Dopamina.
  • Colina.
  • Histamina.
  • GABA o ácido gammaaminobutírico.
  • Glutamato.

Un nivel irregular de aminoácidos y un mal funcionamiento de los sistemas neuroquímicos provoca errores en la producción de estas sustancias a nivel cerebral. La síntesis de proteínas no es correcta y tampoco la transcripción génica. Como consecuencia, aparecen los primeros síntomas.

En el caso de la depresión exógena o depresión reactiva, siempre hay una causa externa. Puede tratarse de la muerte de un familiar o de una situación que afecta al paciente.

¿Cómo salir de la depresión endógena?

Para tratar la depresión endógena no se renuncia a la psicoterapia, pero la medicación es imprescindible. El objetivo es regular los aminoácidos, el funcionamiento de los neurotransmisores y del propio cerebro. Así, cada caso exige un tratamiento individualizado dadas estas circunstancias.

También coinciden los especialistas en la importancia de contar con amigos o familiares que apoyen el proceso. El trato directo con otra persona contribuye a desarrollar la inteligencia emocional. También ayuda a exponerse a las emociones.

¿Cómo ayudar a una persona con depresión endógena?

A pesar de la enorme cantidad de estudios realizados sobre el tema, no hay un único método para ayudar al paciente. Aparte del tratamiento recomendado, es importante tener en cuenta algunos síntomas fáciles de detectar como los siguientes:

  • La falta de deseo sexual.
  • Lagunas de memoria y problemas para la concentración.
  • El silencio a la hora de comentar su día a día o su punto de vista sobre algo.
  • Las alteraciones en el apetito. O come demasiado o apenas lo hace.

Recordamos que al tener una causa física, los síntomas suelen presentarse juntos y van aumentando progresivamente si no son tratados adecuadamente. Resulta pues recomendable que les prestes la atención debida. Los siguientes consejos son de gran utilidad para alcanzar el objetivo de la mejora del paciente.

La empatía

Quien experimenta alteraciones en sus niveles hormonales no lo ha elegido voluntariamente. Por tanto, es fundamental que consideres que se trata de una enfermedad que exige un tratamiento. Además, debes entender que un acto tan sencillo como salir a la calle puede convertirse en un enorme reto para el enfermo. Si eres capaz de ponerte en su lugar, no solo es positivo, sino que tendrás mucho ganado.

Estar a su lado

A medida que los fármacos hacen su trabajo, es frecuente que el paciente muestre mayor interés por hablar. Es el momento de que le escuches y le muestres tu apoyo. Por otro lado, es imprescindible que no le juzgues para que se sienta bien y se anime a seguir contándote cómo se siente.

Animarle a recibir ayuda profesional

Si el paciente no ha sido evaluado por un psiquiatra, siempre es positivo animarle a que lo haga. Explícale lo que le sucede y cuáles son los resultados del tratamiento. De esta manera, puedes influir a que tome la mejor decisión posible.

Apostar por la vuelta a su rutina anterior

El proceso comienza proponiendo actividades que le gustasen antes de recibir el diagnóstico. No se trata de obligar a nadie o de forzarle. Más bien, se trata de practicar alguna actividad lúdica, aunque sea por un tiempo limitado, que anime a la persona deprimida.

Animar y no reprochar

El mínimo cambio que experimente la persona ha de ser reconocido y premiado. En este sentido, debes elogiar sus pequeños esfuerzos, como asomarse a la ventana o salir a pasear. Darle cariño es fundamental para que siga avanzando. Respecto a las directrices y la colección de formulismos habituales, evita darle consejos como «anímate» o «tienes que poner de tu parte». Quien tiene una depresión endógena no ha elegido tenerla y tu comprensión es vital para él.

Evitar la sobreprotección

El paciente tiene una serie de obligaciones que debe asumir progresivamente y no tienes que convertirte en sus pies y sus manos. No se trata de hacerlo todo por esa persona, sino de que sienta que puede volver a hacer lo que hacía. Acompañarle simplemente o preguntarle cómo se hace algo hará que se sienta mejor.

Dirigir su atención a otro tipo de temas

La depresión estará ahí hasta que el organismo vuelva a funcionar con normalidad. Por tanto, no es bueno hacer de ese tema el centro de las conversaciones. No se va a poner mejor por hablar de ello. Resulta más práctico comentar temas diversos que no tienen por qué estar relacionados con la superación de los síntomas.

Entender que el proceso es lento e implica riesgos

Recuperar la normalidad lleva meses o años. En ocasiones, la persona expresa sus ideas suicidas y siempre es positivo contar con el apoyo de especialistas. Al mismo tiempo, quien cuida al paciente debe disponer del tiempo suficiente para equilibrar su propia salud mental. Solo así evitará experimentar una depresión exógena.

¿Qué ocurre si no se trata la depresión endógena?

Es frecuente que surjan distintos problemas de salud derivados de las alteraciones hormonales. La falta de tratamiento provocará que el cuerpo siga funcionando de forma errónea. Además, de la tristeza inicial se puede pasar a un deterioro de las relaciones en el entorno laboral. Como consecuencia, las tendencias suicidas sufren un sensible aumento y el paciente podría terminar complicando su diagnóstico de forma severa.

Respecto al tratamiento, algunos pacientes son conscientes de los efectos secundarios. Los más frecuentes son los vómitos, las complicaciones para dormir o sentir la boca seca. A medida que el cuerpo se acostumbra a las sustancias, estos efectos desaparecen gradualmente.

¿Cómo prevenir la depresión endógena?

Resulta complicado prevenir cuándo vamos a experimentar un funcionamiento adverso de nuestros neurotransmisores, pero hay opciones que reducen el riesgo. Nos referimos a las siguientes:

  • Llevar una dieta saludable. Debe ser lo más variada posible, excluir las grasas saturadas e incluir distintos grupos de alimentos. A mayor número de ingredientes distintos, más opciones habrá de mejorar el aporte nutricional.
  • Descansar adecuadamente. Dependiendo de la edad, es conveniente dormir entre seis u ocho horas como mínimo. Las alteraciones en el sueño han de tratarse para comprobar si son el primer síntoma de la depresión que queremos prevenir.
  • Mantener una vida activa. Despedirse del sedentarismo siempre es positivo. Es recomendable hacer ejercicio al menos cinco días a la semana. Bastaría con caminar una hora o con realizar cualquier actividad física con la periodicidad debida.
  • Evitar el consumo de alcohol y de drogas. Ambas sustancias son tóxicas e inciden en el correcto funcionamiento del cerebro y del aparato digestivo.
  • Gestionar el estrés. Experimentarlo es totalmente normal, pero debemos contar con recursos que nos permitan controlarlo.
  • No perder el contacto con familiares o amigos. Una vida social activa supone compartir momentos y experiencias con el entorno más directo. El aislamiento no es positivo.

En resumidas cuentas, la depresión endógena es la consecuencia de una alteración del organismo, pero tiene solución terapéutica y farmacológica. La combinación de ambas y los consejos comentados son de gran utilidad para superar la enfermedad con paciencia. Si eres un profesional de la salud mental consulta nuestra amplia oferta formativa.

 

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