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Ciencia y Tecnología

Energías renovables: un futuro lleno de oportunidades

Las energías renovables fueron un tema relevante en la COP29 de Bakú el pasado noviembre de 2024 cuyo principal acuerdo fue la adopción de un nuevo objetivo global de financiamiento climático (New Collective Quantified Goal, NCQG). Esta nueva meta reemplazará, a partir de 2025, la de 100 mil millones de dólares anuales para considerar, entre otras cosas, las alternativas energéticas. Los países desarrollados se comprometieron a movilizar al menos 1 billón anual de dólares para 2030 dirigido a mitigación, adaptación, pérdidas y daños en naciones vulnerables. Sin embargo, no se logró consenso sobre la proporción exacta de donaciones y préstamos ni sobre la participación obligatoria de economías emergentes.

Otros acuerdos incluyen la ejecución del Fondo de Pérdidas y Daños aprobado en COP27 con los primeros compromisos concretos. Además, se aprobó un marco para acelerar la reducción de emisiones de metano en el sector energético. No obstante, algunas críticas aparecieron ante la falta de acuerdos vinculantes para eliminar subsidios a combustibles fósiles y la influencia de lobbies petroleros en las negociaciones. En este sentido, es evidente que se requieren más profesionales que formen parte de los equipos de negociaciones, transición, ejecución y desarrollo de energías renovables. En VIU te ofrecemos una maestría en Energías que te brindará las herramientas actuales para contribuir con la protección ambiental.

Energías renovables en Colombia: propuestas

Hay metas ambiciosas en energías renovables en Colombia. Con planes de alcanzar 6 GW de capacidad eólica y solar para 2030. Entre sus proyectos están el parque eólico Alpha en La Guajira y granjas solares en regiones como el Caribe. Además, impulsa el hidrógeno verde y la generación distribuida con paneles solares en hogares mediante incentivos fiscales. Sin embargo, enfrenta retos como la lentitud en el licenciamiento ambiental, conflictos con comunidades indígenas y la dependencia de hidroeléctricas vulnerables a fenómenos climáticos como El Niño.

El país avanza con apoyo internacional (UE, BID) y reformas como la eliminación gradual de subsidios a combustibles fósiles, pero debe acelerar la ejecución de proyectos. Los plazos para resolver tensiones territoriales y para consolidar su transición energética suelen prolongarse continuamente.

El largo camino de las promesas y las energías renovables

En la anterior COP28 celebrada en Dubái en 2023, los 198 países participantes alcanzaron un acuerdo histórico donde, por primera vez, se comprometieron a "transicionar lejos de los combustibles fósiles". La meta en ese momento era alcanzar la neutralidad climática en 2050, aunque sin plazos concretos ni la exigencia de una eliminación total. Además, se adoptaron metas clave como triplicar la capacidad de energías renovables y duplicar la eficiencia energética para 2030.

A finales de 2019, la potencia renovable instalada en el mundo superaba los 2500 GW. Alrededor de la mitad de esta potencia es hidroeléctrica, una energía que se maneja desde hace más de un siglo. Una cantidad casi igual la componen potencia eólica y fotovoltaica, esta última de instalación mucho más reciente. Otras alternativas con porcentajes mucho menores son la biomasa, la energía geotérmica, la termosolar de concentración y todavía residualmente las energías marinas. Las contribuciones determinadas proyectan una capacidad instalada de 3.200 GW para 2030, menos de la mitad de los 7.700 GW que serían necesarios para poder cumplir los objetivos climáticos.

La Unión Europea ha demostrado un firme compromiso a favor de la descarbonización y los planes de Green Deal de la Comisión Europea. Esto significa que van a generar un impulso definitivo que transformará la economía de la región durante los próximos lustros. También muchos países de América Latina, entre ellos países tan importantes como México, Argentina, Colombia o Chile, han declarado que aumentarán la ambición de sus compromisos climáticos. Muchos países han adquirido esos compromisos a pesar de que los gobiernos de los países más contaminantes de la tierra se resisten a responder con más acciones responsables frente a sus consecuencias.

No obstante, centenares de ciudades, regiones, empresas o inversores se han comprometido a llegar a cero emisiones netas de CO2 en 2050. Para llegar a este objetivo es urgente que la generación eléctrica esté compuesta íntegramente por energías renovables o descarbonizadas.

Sombras en los compromisos con las energías renovables

Si los países han prometido instalar 5,000 GW de renovables para 2030, pero IRENA calcula que se necesitan 8,000 GW para alinearse con el Acuerdo de París, entonces el déficit es de 3,000 GW. Esto implica que, al ritmo actual, el mundo no está avanzando lo suficientemente rápido para evitar los peores impactos del cambio climático. Sin esos 3,000 GW extra, las emisiones seguirán siendo altas, aumentando la probabilidad de superar el límite de 1.5°C. La cifra revela la urgencia de que los gobiernos y el sector privado incrementen drásticamente sus esfuerzos en energías renovables. Esto también implica la inversión en educación y formación de nuevos profesionales que comprendan la urgencia actual y desarrollen soluciones viables.

 

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Avances históricos en las COP

Las reuniones de la COP han dejado buenas noticias. El Acuerdo de París que se firmó en 2015 logró que se hicieran muchas de estas contribuciones de manera casi inmediata, justo meses después. A pesar de que la realidad ha superado las proyecciones, de 2015 a 2019 se han estado instalando anualmente más de 150 GW de potencia renovable. Si se mantuviese ese ritmo en los próximos años se superaría lo estimado en las contribuciones nacionales. Lo razonable es pensar que esta instalación de energía renovable seguirá creciendo de forma más o menos continuada ya que estas tecnologías son cada vez más competitivas. IRENA estima un escenario en el que la capacidad renovable instalada seguirá creciendo a un ritmo similar al de los años anteriores y con estas tendencias podríamos llegar a 5.200 GW de capacidad renovable instalada en 2030. Es un escenario realista y alentador, pero aún así, se está lejos de los objetivos.

La generación de electricidad es el primer terreno donde la descarbonización penetrará ampliamente. Es una tecnología que ya tiene experiencia y es muy competitiva, por eso el propio mercado se encargará de su implementación masiva. Estas energías limpias, serán las más usadas, fundamentalmente la energía eólica y la solar fotovoltaica. Además, esta generación de electricidad renovable es la palanca de arranque para descarbonizar otros sectores como la climatización o el transporte. Es decir, la electrificación progresiva es una tendencia realizable durante las próximas décadas. Esa electrificación implicará más demanda de electricidad y las energías renovables crecerán todavía más en respuesta a estas necesidades.

Desafíos para las energías renovables

A pesar de los avances antes mencionados, toda la capacidad renovable que se instala anualmente todavía no llega a cubrir los incrementos de demanda eléctrica que se producen en el mundo. Se requieren más energías renovables para cubrir completamente los incrementos de demanda que puedan darse en el futuro y comenzar a desplazar a la generación eléctrica basada en combustibles fósiles. Cuando IRENA, la Agencia Internacional de Energías Renovables, menciona la instalación aproximada de 450 GW de potencia renovable al año acierta en las posibles soluciones.

Este enorme reto requerirá de algo más que las fuerzas del mercado para llevarse a cabo. El papel de los gobiernos y, en general, de todas las administraciones públicas en todos los niveles. Los Estados deben articular las políticas regulatorias y fiscales adecuadas para multiplicar este desarrollo de energías renovables y frenar el decadente, pero todavía relevante desarrollo de nueva potencia fósil.

Estas regulaciones deben incidir también en la electrificación del consumo energético y las administraciones deben ser las primeras en dar ejemplo desarrollando su propio proceso de descarbonización. Por ejemplo, los edificios de la administración pública deberían contar todos con sistemas de autoconsumo en la medida de sus posibilidades técnicas y las flotas de autobuses urbanos de los municipios deberían ser las primeras en electrificarse completamente. Esto mejoraría la calidad del aire de las ciudades y provocaría ahorros sanitarios.

Soluciones con tecnología y otras alternativas

Las tecnologías renovables y todas aquellas que contribuirán con la transición energética como vehículos eléctricos, baterías, inteligencia artificial, internet de las cosas entre otros, tendrán un desarrollo exponencial en los próximos años. La pandemia de la Covid-19 dejó en evidencia los grandes cambios que produjo la paralización de procesos industriales contaminantes.

Ahora bien, pensar que solo con el desarrollo tecnológico se pueden cumplir los objetivos de las COP es un error, también se necesita compromiso político y comunitario. Corresponde replantearse algunas inercias sociales que son objetivamente prescindibles. Sólo así se podrá lograr un recorte sustancial de las emisiones que no deben dilatarse más en el tiempo. Una prolongación de ese tipo es una tardanza histórica. La tecnología va a ser la pieza clave de este cambio económico integral para la descarbonización como revolución económica y social.

Las energías renovables son una realidad que, incluso con sus retrasos, no se detiene. Poco a poco la sociedad comprende la necesidad imprescindible de adaptarse a las alternativas amigables con el ambiente. En la Universidad Internacional de Valencia reconocemos ese compromiso social, es la razón por la que nuestra propuesta de formación académica es una contribución con el planeta. Formarte en una maestría en energías sostenibles te abrirá las puertas laborales en un campo en expansión.