Javier Pérez Pastor - Experto VIU
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Expertos VIU | Javier Pérez Pastor: Eficiencia Energética: ¿Qué es? ¿Por qué es importante? y ¿Cómo se implementa?

El concepto de Eficiencia Energética lleva tiempo instalado en el discurso público y en el imaginario colectivo. A grandes rasgos, existe conciencia de su importancia de cara a conseguir un modelo de vida y productivo, sostenible y que no impacte negativamente el medioambiente. Además, debido a la crisis energética actual y la subida de precios de la energía eléctrica y el gas que ha provocado, se trata de un concepto que adquiere una relevancia aún mayor y más directa, especialmente en relación a la economía, tanto doméstica como colectiva.

Por ello, para conocer más a fondo qué es la Eficiencia Energética, cómo se aplica y cómo nos afecta en nuestra vida, le realizamos la siguiente entrevista a nuestro docente de la Escuela de Ingeniería, Ciencia y Tecnología, Javier Pérez Pastor.

Pérez Pastor es Ingeniero Industrial por UE, MBA por IE Business School y Master Universitario en Energías Renovables por UE.

Su trayectoria profesional ha abarcado diversas áreas del sector eléctrico, tales como la ingeniería de subestaciones y de centrales hidráulicas, de ciclo combinado, renovables, etc., tanto en grandes proyectos nacionales como internacionales y a través diferentes posiciones como jefe de proyectos eléctricos en Cobra o INITEC, jefe de ingeniería eléctrica y automatización de centrales hidráulicas en Naturgy o Director de Operaciones en CTAI Group, entre otras.

Actualmente es vicepresidente de la Comisión de Energía del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid, Vocal del Comité de Energía y Recursos Naturales del Instituto de la Ingeniería de España, Vocal de la Comisión de Energía de CEIM y Vocal del Comité Técnico del Congreso de Redes Inteligentes de Futured.

 

¿Qué significa exactamente el término “eficiencia energética”?

La eficacia de un elemento en relación con un proceso es la capacidad del mismo para conseguir un objetivo. La eficiencia corresponde a la cantidad de recursos empleados para conseguir tal objetivo en el proceso.

En el ámbito energético, la eficiencia energética se corresponde con el concepto de cuantificar los recursos energéticos que ha sido necesario emplear en la consecución de un bien o servicio.

Los recursos energéticos pueden considerarse en sentido literal o también como equivalentes de insumos de otra naturaleza como los correspondientes a masas, tiempo, capital, etc., lo que, a su vez, permite emplear términos más acordes con los procesos −productividad, eficiencia económica, etc.−.

El término eficiencia proviene del inglés efficiency, cuya traducción convencional es «rendimiento». Actualmente, rendimiento y eficiencia se consideran sinónimos.

¿Cómo se puede conseguir aumentar la eficiencia energética a nivel individual (hogares y prácticas de consumo) y a nivel colectivo (instalaciones públicas, empresas, etc.)

En el ámbito individual y de la vivienda, la eficiencia energética se tiene en cuenta en la construcción y rehabilitación de edificios, en la fabricación de productos que van a utilizar energía, como los electrodomésticos, en los elementos que forman parte de los procesos que realizan diariamente los individuos, etc.

En el momento actual, el ámbito de la vivienda ha evolucionado tremendamente debido a la mejora de los aislamientos térmicos, la eficiencia en motores eléctricos, electrónica de potencia y de consumo, etc. Por otro lado, la domótica, en sus diferentes grados y versiones también contribuye a la mejora de la eficiencia en los edificios −climatización, iluminación, etc.−

En el ámbito de las organizaciones, la disponibilidad de la norma sobre Sistemas de Gestión de Energía según la Norma ISO 50001 supuso un enorme impulso para la mejora de la eficiencia.

En el momento actual, esta norma se utiliza en las organizaciones todo el mundo para facilitar la implementación de sus políticas energéticas y la gestión de los aspectos energéticos propios de su actividad, como son las mediciones de eficiencia en los servicios, instalaciones, productos, etc., lo que se traduce en un ahorro real en costes energéticos de explotación.

Para tener una idea más concreta de cómo se aplica la certificación de los sistemas de gestión energética, debe pensarse en un conjunto de herramientas que detectan fugas energéticas y, por tanto, económicas. Una vez identificadas estas, se activan planes de medidas correctoras derivadas de los estudios de optimización y de viabilidad técnico-económica correspondientes.

El análisis y control de la eficacia de las medidas implementadas se realiza continuamente mediante métricas que tienen en cuenta diferentes variables de desempeño de cada medida adoptada. Podríamos decir que se vigila la eficiencia de la eficiencia.

La variedad de medidas a implementar es enorme, puesto que se refieren a variaciones de materias primas, caudales, temperaturas, variables eléctricas, modalidades de contratos con las compañías de suministro energético, modalidades de contratación de la capacidad en RR.HH. y de espacios inmobiliarios, transporte, etc.

Desde un punto de vista general, considerando los dos ámbitos mencionados, los análisis de intensidad energética de los países, que miden el consumo energético por unidad de producto interior bruto, observan, cada vez más, parámetros para los análisis comparativos de esta magnitud en función de los procesos que intervienen en la economía.

¿Con qué indicadores podemos medir la eficiencia energética de un sistema o un producto?

Los productos, sistemas y procesos a los que se aplican análisis de eficiencia durante los procesos de auditoría energética son muy variados, desde la obtención de la madera, azúcar o cemento hasta el proceso de cogeneración en un proceso de fabricación de cerámica, la obtención de aluminio por electrolisis o la minería del carbón a cielo abierto.

En todos ellos intervienen insumos másicos y energéticos, con sus diferentes particularidades, pero medibles. También se miden tiempos y recursos humanos como insumos inherentes a los procesos porque afectan a las funciones másicas y energéticas.

Por otro lado, se cuantifican los resultados de los procesos en condiciones suficientemente específicas para poder realizar comparaciones.

Por último, se observan las relaciones entre lo obtenido y lo que ha sido necesario emplear en el proceso. El cociente refleja la bondad o mejorabilidad comparativa en relación con estándares de consumo establecidos para cada proceso.

¿A nivel legislativo que iniciativas/legislaciones globales existen para incentivar o promover la eficiencia energética?

En términos generales, puede considerarse que son los países de la OCDE, con economías avanzadas, los mayores impulsores de regulaciones sobre eficiencia energética, destacando Australia, Japón, EE.UU. y la UE.

La UE, auténtico paradigma de este tipo de estructuras regulatorias sobre energía, estableció hace dos décadas diferentes estrategias energéticas que han sido revisadas progresivamente.

Concretamente, las estrategias de eficiencia energética persiguen alcanzar varios objetivos fundamentales en la proyectada «Unión de la Energía»: (i) Conseguir un abastecimiento energético sostenible; (ii) reducir las emisiones GEI; (iii) Mejorar la seguridad del suministro y (iv) Reducir los costes de las importaciones de recursos energéticos.

En 2019, tras sucesivas revisiones de su política energética, la CE terminó de desarrollar el Cuarto Paquete Legislativo sobre Energía, − «Energía limpia para todos los europeos» − el cual, establece la política energética de los Estados miembros hasta 2030.

 Este Paquete Legislativo, sin duda, el más disruptivo y de mayor calado de los aprobados hasta el momento, consta de cuatro directivas y cuatro reglamentos. Dos de las directivas se refieren a eficiencia energética; la Directiva (UE) 2018/844 de eficiencia energética en edificios y la Directiva (UE) 2018/2002 de eficiencia energética.

Concretamente, la segunda establece varias estrategias energéticas: (i) Establece un objetivo de mejora de la eficiencia energética, en 2030, del 32,5 % −se revisará al alza en 2023−; (ii) Amplía la obligación anual de ahorros energéticos más allá de 2020; (iii) Refuerza la normativa sobre contadores individuales en relación con los derechos a información de consumo térmico de los clientes con sistemas colectivos de calefacción y (iv) Aborda la eliminación de barreras de mercado y regulatorias para aumentar la seguridad de suministro. Fue transpuesta por los Estados miembros en 2020.

Como transposición en España, el RD 178/2021 establece el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios mediante el cual, entre otras medias, se prevén nuevas obligaciones relativas a los sistemas de automatización y control en los edificios, la medida y evaluación de la eficiencia energética general en estas instalaciones y la modificación del régimen de inspecciones.

Asimismo, el RITE se adapta a los diferentes reglamentos de diseño derivados de las medidas de ejecución adoptadas de acuerdo con la Directiva 2009/125/CE.

En último término se han establecido requisitos de eficiencia energética en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima −PNIEC 2021-2030−. Para cumplir con el objetivo de reducción del consumo de energía primaria se proponen medidas como la renovación del equipamiento residencial, el fomento de la eficiencia energética en la edificación del sector terciario y en equipos generadores de frío y grandes instalaciones de climatización del sector terciario e infraestructuras públicas.

Por otro lado, la cogeneración de alta eficiencia, que forma parte imprescindible de la eficiencia energética de algunos procesos industriales, se ve dotada de mayor importancia con la propuesta que supone el reciente Comunicado COM(2021) 0558, «Cumplir el Pacto Verde Europeo», para la revisión de la Directiva de eficiencia energética en el sentido de introducir planificaciones y seguimientos más detallados junto a los sistemas de climatización de los edificios.

En cuanto a la eficiencia energética de los productos, en 2021 se introdujo la modificación ómnibus sobre los reglamentos de diseño ecológico, y etiquetados de rendimiento energético.

En este mismo comunicado se propone una mayor ambición en los objetivos de reducción del consumo energético para que sean del 39 % en el consumo de energía primaria y del 36 % en el consumo de energía final en 2030 respecto a las proyecciones de referencia actualizadas realizadas en 2020; es decir, el consumo de energía de la UE no superaría los 1.023 y 787 de Mtep de energía primaria y final respectivamente.

En el comunicado se introducen, asimismo, requisitos de carácter ejemplarizante para los edificios públicos, tales como el objetivo de reducción anual del del 1,7 % en el consumo de energía y otro de renovación de, al menos, el 3 % de la superficie total de los edificios públicas.

¿Por qué es importante conseguir un modelo de producción y consumo energético eficiente? ¿Cuáles son las consecuencias de no avanzar en este propósito y cómo nos encontramos actualmente a nivel global de cara a su consecución?

Las mejoras en eficiencia energética en los países de la OCDE han sido notables durante los últimos 10 años. Tanto los procesos como los materiales, equipos y sistemas han reducido ineficiencias significativamente y han introducido cambios importantes en los planteamientos sobre el control de la eficiencia.

Los sistemas de control de energía que comenzaron a implantarse a partir de la aprobación de la norma ISO 50001 contribuyen notablemente al mencionado control y la periodicidad exigida supone una exigencia adicional bastante acertada hasta la fecha.

Es evidente que la necesidad de implementar sistemas de gestión energética es tanto mayor cuanto más complejo y/o mayor es un proceso. En el momento actual existe una práctica, al respecto, bastante aceptable. Por otro lado, en la mayoría de países avanzados existe regulación que obliga, en mayor o menor medida, a la renovación de los sistemas a través de auditorías periódicas. Así, por ejemplo, en España, el RD 56/201 obliga a las empresas de más de 250 trabajadores o con facturación anual mayor de 50 M€ a realizar una auditoría energética cada cuatro años.

Como resumen de ideas, debe tenerse en cuenta que la eficiencia energética o rendimiento energético es una métrica empleada para conocer cuánto gasto ha sido necesario para conseguir un producto o servicio tras un proceso y que se cuantifica como la relación entre la magnitud objetivo y la magnitud recursos, que en los países económicamente avanzados existe abundante regulación sobre políticas y estrategias para que éstos mejoren su eficiencia energética y que, tanto en los ámbitos individuales como de las organizaciones, las mejoras de eficiencia energética a través de sistemas de gestión energética se imponen cada vez más y con mejores resultados.

Emilio Vivallo VIU
Emilio Vivallo-Ehijo

Equipo de Comunicación de la Universidad Internacional de Valencia.