
Soporte vital básico y avanzado: el rol de la enfermera
El soporte vital se define como el conjunto de procedimientos, maniobras y estrategias cuyo objetivo es el mantenimiento o la restauración de las funciones vitales, principalmente la circulación y la respiración.
Dicho soporte se clasifica en dos niveles de actuación interrelacionados y secuenciales: el soporte vital básico y el soporte vital avanzado.
Ambos niveles están respaldados por protocolos internacionales estandarizados y no se basan solo en aspectos técnicos como puede ser la realización de compresiones torácicas, si no que abarcan un amplio espectro de competencias que se extienden desde el reconocimiento de la parada cardiorrespiratoria hasta la gestión integral de cuidados críticos post-reanimación e incluso, la recuperación del paciente meses después.
Para representar esta serie de acciones interconectadas que deben realizarse con prontitud para maximizar la posibilidad de supervivencia de una víctima, y como ayuda cognitiva para no profesionales en campañas de educación y concienciación, existe lo que se denomina Cadena de Supervivencia.
La Cadena de Supervivencia es la representación gráfica de una serie de acciones esenciales para aumentar la supervivencia en situaciones de parada cardiorrespiratoria, especialmente en el ámbito extrahospitalario. La cadena de supervivencia actual del paciente adulto en el ámbito extrahospitalario descrita por la Asociación Americana del Corazón tiene 6 eslabones. Podríamos decir que los tres primeros eslabones constituyen las acciones del soporte vital básico y los 3 últimos eslabones corresponden a las acciones del soporte vital avanzado.

¿Qué es el soporte vital básico?
El soporte vital básico se define como el conjunto de actuaciones iniciales y fundamentales que se aplican a una persona que ha sufrido una parada cardiorrespiratoria (PCR) o cualquier otra situación de emergencia que comprometa su vida, con el objetivo de mantener la oxigenación de los órganos vitales hasta la llegada de ayuda más especializada.
La eficacia del soporte vital básico radica en su aplicación precoz, ya que cada minuto que pasa sin intervención disminuye drásticamente las posibilidades de supervivencia y recuperación neurológica del paciente. Por tanto, debe iniciarse antes de 4 minutos para minimizar secuelas neurológicas.
El soporte vital básico involucra a tanto a personas sin formación, como a profesionales de la salud, entre los que se pueden encontrar cualquier profesional (celadores, TCAE, médicos, celadores, TES, enfermeras, fisioterapeutas, etc.).
¿Cuál es el rol de la enfermera en el soporte vital básico?
En el caso de las enfermeras y enfermeros (a partir de ahora, se usa enfermera para englobar ambos), su rol en el soporte vital básico va más allá de la técnica ya que también lideran y coordinan la respuesta inicial, asegurando que las compresiones torácicas y las ventilaciones se realicen de manera efectiva y sin interrupciones.
Además de dirigir y coordinar al equipo de primera respuesta, las enfermeras solicitan ayuda, localizan el carro de paradas y el desfibrilador manual. También están capacitadas para el uso y manejo del desfibrilador externo semiautomático (DEA), interpretando sus indicaciones y administrando la descarga cuando sea apropiado.
Otro punto importante es el mantenimiento de la seguridad de la escena tanto en el ámbito hospitalario como extrahospitalario, asegurándose de la correcta colocación de los parches de desfibrilación, que nadie toque al paciente durante la descarga y de reanudar de forma inmediata las compresiones tras las descargas.

Como se ha dicho con anterioridad, el concepto de soporte vital abarca mucho más que técnicas. Y las enfermeras en este ámbito tienen un papel fundamental porque pueden realizar una valoración del paciente detectando la ausencia de consciencia y respiración de forma precoz y activando al equipo de reanimación en el hospital. Incluso serán las encargadas de vigilar y monitorizar a los pacientes para prevenir o adelantarse a esta situación.
De hecho, la cadena de supervivencia hospitalaria es una versión distinta a la extrahospitalaria, y se inicia por una valoración de signos y síntomas que permita adelantarnos o incluso prevenir la PCR.
Todas estas tareas son primordiales para aumentar la supervivencia del paciente al mantener un corazón y cerebro correctamente perfundidos hasta el comienzo del soporte vital avanzado.
La destreza en la ejecución de un soporte vital básico eficiente es un factor determinante para la viabilidad del subsiguiente soporte vital avanzado, ya que un corazón que ha sido perfundido adecuadamente responderá mejor a la desfibrilación y a los fármacos.

¿Qué es el soporte vital avanzado?
El objetivo principal del soporte vital avanzado es restaurar la circulación espontánea, estabilizar al paciente y prevenir el daño neurológico tras una parada cardiorrespiratoria, así como manejar otras situaciones críticas que comprometan la vida. El soporte vital avanzado no sustituye al soporte vital básico, sino que se fundamenta y complementa a este, formando un continuo asistencial.
A diferencia del soporte vital básico, el soporte vital avanzado implica el uso de fármacos, el manejo avanzado de la vía aérea y otras técnicas invasivas y la interpretación de arritmias u otros ritmos cardíacos complejos. También incluye la búsqueda y el tratamiento de la causa subyacente de la parada cardiorrespiratoria que será lo que logre la restauración de las funciones vitales.
Las maniobras clave del soporte vital avanzado son diversas y de alta complejidad. Una de ellas es el manejo avanzado de la vía aérea, que incluye técnicas como la intubación orotraqueal, la inserción de dispositivos supraglóticos y la ventilación mecánica, todas ellas destinadas a asegurar una oxigenación y ventilación adecuadas.
También se incluye en el soporte vital avanzo la administración de fármacos como la adrenalina y la amiodarona, para lo cual es necesario conseguir un acceso vascular mediante la canalización de una vía venosa periférica preferiblemente, o, en su defecto, un acceso intraóseo o central.
En este soporte vital avanzado no se utiliza un desfibrilador semiautomático como ocurre en el soporte vital básico, sino que es necesaria la interpretación electrocardiográfica para el reconocimiento de las arritmias y su clasificación, para saber si es necesaria o no la aplicación de terapias eléctricas.
Además, la evidencia científica y los principales organismos recomiendan el uso de la capnografía en la RCP. La capnografía confirmará la correcta colocación del tubo endotraqueal, servirá como un indicador hemodinámico de la calidad de las compresiones y también indicará la recuperación de la circulación espontánea.
Finalmente, los cuidados post-reanimación son otro eslabón importante de la cadena de supervivencia para optimizar la recuperación del paciente y prevenir complicaciones, lo que incluye el manejo de la temperatura, la optimización hemodinámica y la protección cerebral.
¿Cuál es el rol de la enfermera en el soporte vital avanzado?
El rol de la enfermera en el equipo de soporte vital avanzado se caracteriza por su polivalencia y elevado grado de responsabilidad. La enfermera actúa como un miembro más de un equipo interdisciplinar coordinado. En este equipo, hay varios roles y tareas que realizar y la enfermera puede asumir todos.
Principalmente es la encargada de la adquisición de esos accesos venosos o intraóseos para administrar la medicación y controlar de forma rigurosa dosis, tiempos y secuencias. Pero también puede asumir el rol de registrar cronológicamente las acciones realizadas durante la intervención. Esto es de vital importancia para organizar la actuación, en el plano legal y como evaluación de la calidad asistencial.
Otro rol que puede asumir la enfermera en el soporte vital avanzado es la gestión del monitor-desfibrilador, responsabilizándose de la monitorización continua, la identificación de arritmias y la administración de terapias eléctricas conforme al algoritmo de soporte vital avanzado.
Además, en el ámbito del soporte vital avanzado, la enfermera debe colaborar en base a su juicio clínico con la identificación y el tratamiento de las posibles causas reversibles de la parada cardiaca.
La participación no termina aquí ya que también tiene un papel importante en la monitorización de parámetros hemodinámicos, ventilatorios y neurológicos una vez recuperada la circulación espontánea. Durante esos primeros minutos, el objetivo es conseguir la estabilización del paciente ajustando perfusiones de fármacos vasoactivos y activando protocolos necesarios, como, por ejemplo, la unidad de hemodinámica si el paciente requiere de una intervención coronaria percutánea.
Dentro del soporte vital avanzado y básico, existen otras habilidades no técnicas, en las que la enfermera participa y debe tener formación como son: liderazgo, comunicación, gestión de recursos, conciencia situacional, que son de igual importancia que las habilidades técnicas para el éxito de la intervención.
En el caso de la comunicación en el soporte vital básico y avanzado, debe seguir un circuito cerrado donde se recibe una indicación, se confirma en voz alta y luego se ejecuta. Es importante también reconocer las limitaciones, en el caso de no poder realizar una técnica o encontrar algún tipo de dificultad, se debe comunicar al resto del equipo.
El rol de líder de la parada cardiorrespiratoria también puede ser asumido por una enfermera. Por lo que también son necesarias habilidades y competencias en liderazgo y la capacidad para ejecutar múltiples tareas de alta complejidad bajo presión, como se ha comentado con anterioridad.
Por tanto, se puede decir que la contribución de la enfermera al soporte vital básico y soporte vital avanzado es una mezcla de conocimiento científico, destreza técnica, pensamiento crítico, habilidades no técnicas y educación para la salud.
Ámbitos de aplicación del soporte vital básico y avanzado
La aplicación del soporte vital básico y del soporte vital avanzado por parte de las enfermeras se extiende a la totalidad de los ámbitos asistenciales del sistema sanitario, e incluso fuera de ellos dado que, por ejemplo, la parada cardiorrespiratoria ocurre mayoritariamente en entornos residenciales y de ocio.
En el contexto intrahospitalario, existen unidades (por ejemplo, servicio de urgencias, UCI o quirófano) donde la transición del soporte vital básico al soporte vital avanzado es prácticamente instantánea porque la equipación y material y los profesionales de la salud están muy cerca del paciente.
Sin embargo, en las unidades de hospitalización u otras áreas, la enfermera es quien habitualmente activa la alerta e inicia el soporte vital básico inmediato tanto a nivel técnico como la parte de organización del equipo. El equipo de respuesta acudirá para iniciar el soporte vital avanzado, y en este punto es importante que la enfermera aporte información clínica relevante del paciente y colabore en las maniobras.
En el ámbito extrahospitalario, la forma de actuar cambia por completo. En una UVI móvil, la enfermera, además de formar parte del equipo, también se enfrenta a situaciones imprevisibles, con recursos limitados y en escenarios que pueden ser complejos o caóticos. Esto exige una toma de decisiones rápida, autonomía y una gran capacidad de adaptación. Su papel incluye tanto el soporte vital básico como el avanzado, y debe saber desenvolverse en medio de escenas desordenadas, clasificar víctimas cuando hay muchas personas afectadas y seguir los algoritmos de actuación incluso cuando las condiciones no acompañan.

Por otro lado, en el Soporte Vital Avanzado Enfermero (SVAE) es la enfermera la que lidera la atención sanitaria desde el primer momento, en base a protocolos específicos, con apoyo desde el centro coordinador.
La labor de la enfermera en el caso del soporte vital básico y avanzado se extiende hasta la prevención y educación para la salud, dos pilares clave en la cadena de supervivencia. Enseñar a actuar en los primeros minutos ante una parada cardiaca, convierte el soporte vital básico en una competencia ciudadana, no solo sanitaria. Y esto se puede hacer a través del Centro de Salud, colegios y otro tipo de iniciativas en las que trabajan o participan las enfermeras.
Para conseguir todo lo anterior lo fundamental es la formación, pero no solo teórica ni práctica en cuanto a realización de técnicas, si no que es necesaria también la formación en las habilidades no técnicas mencionadas con anterioridad.
Para englobar todos estos aspectos, la simulación con casos de soporte vital básico y soporte vitan avanzado permitirá un aprendizaje práctico donde aplicar los conocimientos teóricos adquiridos, siempre basados en la última evidencia disponible dado que este ámbito está en constante cambio.
Bibliografía
- Panchal AR, Bartos JA, Cabañas JG, Donnino MW, Drennan IR, Hirsch KG, Kudenchuk PJ, Kurz MC, Lavonas EJ, Morley PT, O’Neil BJ, Peberdy MA, Rittenberger JC, Rodriguez AJ, Sawyer KN, Berg KM; on behalf of the Adult Basic and Advanced Life Support Writing Group. Part 3: adult basic and advanced life support: 2020 American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardiovascular Care. Circulation. 2020;142(suppl 2):S366–S468. doi: 10.1161/CIR.0000000000000916