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Fiestas de fin de año, población mayor y soledad no deseada. La importancia de la interacción social

 

El imaginario colectivo, reforzado y retroalimentado por la narrativa predominante en los medios masivos y redes sociales, señala las fiestas navideñas como sinónimo de reuniones familiares y de amigos, y una época marcada por la felicidad, los buenos propósitos y un espíritu general de redención y nuevas oportunidades que invita al optimismo.    

Sin embargo, este relato hegemónico se tambalea ante la realidad. El Informe Mundial sobre la Salud Mental 2021, elaborado por la OMS, estima que la soledad no deseada afecta a un tercio de las personas mayores de 65 años en todo el mundo, una situación que se agudiza en las fiestas de navidad, producto del contraste entre las expectativas ambientales y la experiencia personal de quienes viven este aislamiento involuntario. De hecho, un estudio realizado por la Fundación Grandes Amigos, en España en 2023, encontró que el 50% de las personas mayores que vivían solas se sentían solas durante las fiestas navideñas.

La soledad no deseada, especialmente en personas mayores, no es un problema menor. Los dos estudios citados anteriormente coinciden en señalar el impacto negativo que esta situación tiene sobre quienes la viven, indicando que aumenta el riesgo de padecer depresión, ansiedad, enfermedades cardíacas y demencia, entre otras afecciones.

Por ello, la doctora en Psicología de la Salud y docente e investigadora de la Facultad de Ciencias de la Salud y de la Facultad de Ciencias de la Educación de VIU, Dra. María Antonia Parra Rizo, señala que las reuniones familiares y otras actividades sociales que fomenten la interacción social, son de gran importancia para la población de adultos mayores, especialmente en estas fechas, “las reuniones familiares no solo representan momentos de alegría y conexión, sino que también se erigen como intervenciones cruciales para preservar la salud mental y física de las personas mayores. Al valorar y fomentar estas reuniones, contribuimos activamente a mejorar la calidad de vida de nuestros seres queridos durante la etapa dorada de sus vidas”, explica.

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Persona mayor mirando por la ventana

 

Esto ocurre, expone la experta, porque “la interacción social tiene un impacto significativo en la mejora neuropsicológica al estimular el cerebro a través de conversaciones, juegos y actividades compartidas. Estas experiencias sociales desencadenan la liberación de neurotransmisores, como la dopamina y la oxitocina, asociados con la mejora del estado de ánimo y la función cognitiva” esto se debe, indica, a que estas hormonas “no solo mejoran el estado de ánimo, sino que también estimulan la plasticidad cerebral, facilitando el aprendizaje y la memoria”.

Ahondando en el beneficio que las reuniones familiares y otras instancias de interacción social tienen sobre la salud del cerebro de las personas mayores, la Dra. Parra Rizo explica que “estimulan la plasticidad cerebral al promover la formación de nuevas conexiones neuronales. La exposición a diversas experiencias sociales desafía al cerebro, favoreciendo la adaptación y la creación de redes neuronales más complejas, contribuyendo así a una mejora general de las funciones cognitivas”.

Este beneficio se extiende también al sistema inmunitario y al cardiovascular, ya que, por una parte, “la liberación de hormonas como la oxitocina, mencionada anteriormente, y la reducción del estrés contribuyen a fortalecer las defensas del organismo, aumentando la resistencia a enfermedades y promoviendo la salud” y por otra “esta reducción del estrés asociada con las relaciones sociales positivas, ayuda a mantener la presión arterial en niveles saludables, disminuyendo así el riesgo de enfermedades cardíacas y mejorando la salud del corazón”. Además, indica, “la interacción social regular se ha asociado con un menor riesgo de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer. El mantenimiento de relaciones sociales activas puede contribuir a la reserva cognitiva, retrasando el inicio de síntomas en casos de enfermedades cerebrales degenerativas”.

Por todo ello, explica la experta de VIU, “una vida social activa en las personas mayores, está directamente asociada con una mejor salud cerebral, mental y física, disminuyendo la incidencia de trastornos mentales, como la demencia, y mejorando la salud cardiovascular, la resistencia inmunológica y la longevidad, contribuyendo, de forma global, a una mejor calidad de vida en la vejez”. 

Para, finalizar, la Dra. María Antonia Parra Rizo, esboza algunas sugerencias para que las reuniones familiares y sociales sean de máximo provecho para las personas mayores. En este sentido, indica que “es esencial considerar las necesidades y preferencias de los adultos mayores al organizar eventos familiares. Personalizar las actividades según sus habilidades, crear un entorno cómodo y facilitar una comunicación abierta son aspectos fundamentales. Además, alentar una participación activa y subrayar la importancia de su presencia fortalecerá el vínculo intergeneracional”. Además, frente al muchas veces complicado problema de las distancias, recuerda que “la evolución tecnológica ha permitido que las reuniones familiares superen las limitaciones geográficas, posibilitando la participación de familiares que no pueden estar físicamente presentes. Las videoconferencias y las redes sociales han ampliado las oportunidades de conexión, atenuando el riesgo de aislamiento social en personas mayores”.

Emilio Vivallo VIU
Emilio Vivallo-Ehijo

Equipo de Comunicación de la Universidad Internacional de Valencia.