Dr. Salvador Mut Ronda - VIU
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Dr. Salvador Mut Ronda. Sangre ¿Qué es? ¿Qué funciones cumple? Y ¿Por qué es tan importante?

La sangre es un componente fundamental de la vida. Todos somos más o menos conscientes de su importancia capital y en cierta medida de su papel en nuestros cuerpos, pero ¿sabemos exactamente cuáles son sus funciones? ¿Cómo se produce? ¿De qué está compuesta? O ¿Qué son los grupos sanguíneos?, por ejemplo. Para obtener respuestas científicas de estas y otras preguntas fundamentales, le realizamos la siguiente entrevista al Dr. Salvador Mut Ronda, licenciado y doctor en Farmacia, farmacéutico titular desde 1990 y director de la Maestría Oficial en Bioética. Porque mientras más conozcamos acerca de cómo funcionan nuestros organismos, mejor podremos cuidarlos y entenderlos.

¿Qué es la sangre?

La sangre es un tejido conectivo de nuestro organismo que está formado por una matriz extracelular líquida, el plasma, en el cual se disuelven numerosas sustancias y por numerosas células y fragmentos celulares que se encuentran en suspensión.

¿Qué la compone?

La sangre tiene dos componentes, uno que es la fase líquida, el plasma, que está formado por una matriz acuosa en la que encontramos disueltas numerosas sustancias, y otro que son los elementos corpusculares entre los que encontramos células y fragmentos celulares.

La sangre es un líquido más denso y más viscoso que el agua, con un pH ligeramente alcalino y que supone aproximadamente el 8% del peso corporal. En otras palabras, el volumen de sangre circulante es de 5 a 6 litros en varones adultos y de 4 a 5 litros en mujeres adultas. El volumen de sangre se mantiene relativamente constante gracias a un fino control hormonal que regula la cantidad de agua eliminada con la orina.

¿Qué funciones desempeña?

La sangre desempeña tres funciones, transporte, regulación y protección.

La primera de ellas hace referencia a la capacidad de la sangre de transportar gases, nutrientes, hormonas y sustancias de desecho. La sangre se encarga del transporte de oxígeno desde los pulmones a las células del organismo y del transporte de dióxido de carbono en sentido inverso. También se encarga del transporte de los nutrientes absorbidos en el tracto digestivo hacia los tejidos del organismo, del transporte de hormonas desde las glándulas endocrinas hasta sus tejidos diana, y del transporte de sustancias de desecho y de calor hacia los órganos encargados de su eliminación.

La función de regulación incluye el mantenimiento de la homeostasis de todos los líquidos corporales, ya que gracias a la sangre se regula el pH, la temperatura corporal y la composición hidroelectrolítica de las células y tejidos del organismo.

La función de protección es doble, en primer lugar, la capacidad de coagulación que tiene la sangre previene la pérdida excesiva al lesionarse un vaso. Y, por otro lado, algunos de sus componentes nos defienden frente a las enfermedades, los diferentes tipos de glóbulos blancos y una amplia variedad de proteínas como anticuerpos, interferones o factores del sistema del complemento

¿Qué papel juega la sangre en nuestro sistema inmunitario?

El sistema inmune está formado por diferentes líneas de defensa frente a las infecciones, una primera línea la forman la piel y las mucosas, una segunda línea la constituyen las defensas internas que engloban a las proteínas antimicrobianas, los fagocitos las células NK (del inglés “natural killers”), el proceso inflamatorio y la fiebre. Muchas de estas defensas internas se encuentran formando parte de la sangre bien de la matriz líquida donde podemos encontrar las proteínas antimicrobianas como los interferones, los factores del complemento y otros; bien como células sanguíneas que forman parte también del sistema inmune, ya que tanto los fagocitos como las células NK son glóbulos blancos. Además, los linfocitos juegan un papel clave en el proceso inflamatorio que es un mecanismo de respuesta defensiva de tipo inespecífico por parte del organismo frente a lesiones tisulares.

¿Cuáles son las principales patologías que afectan a la sangre?

Las principales patologías de la sangre las podemos abarcar bajo el nombre de discrasias sanguíneas, el término discrasia hace referencia a una alteración permanente cualitativa o cuantitativa de la sangre, en particular de los elementos formes. Según nos centremos en un tipo u otro de elemento formes tendremos diferentes patologías, así podemos hablar de patologías de los glóbulos rojos, de los glóbulos blancos y de las plaquetas.

Las patologías de los glóbulos rojos se pueden clasificar en las que son de tipo cuantitativo y así tendremos la policitemia, que hace referencia a un recuento superior a lo normal de hematíes, y la anemia, que hace referencia a niveles bajos de hemoglobina, una proteína que se encuentra en el interior de los glóbulos rojos, por lo que a menudo se asocia a un número bajo de estos. Pero las alteraciones de los hematíes también pueden ser cualitativas, relacionadas con moléculas de hemoglobina anormales, lo que produce alteraciones morfológicas y también anemia, como es el caso de la anemia drepanocítica (en la que los hematíes contienen hemoglobina tipo S).

Las patologías más comunes de los glóbulos blancos son las de tipo cuantitativo, tanto por defecto, linfopenia, como por exceso, los diferentes tipos de leucemia. Pero además la alteración del número de leucocitos puede afectar a alguno de los tipos de células blancas, lo que se relaciona en cada caso con diferentes patologías. Muchas de estas alteraciones afectan a la funcionalidad del sistema inmune.

Y por último las alteraciones plaquetarias que también pueden ser cuantitativas o cualitativas. Dentro de las primeras tenemos la trombocitopenia, es decir, un número menor del normal de plaquetas, relacionado con un mayor riesgo de hemorragias; y la trombocitosis, justo el fenómeno opuesto y que se relaciona con un riesgo mayor de trombosis. Las alteraciones cualitativas, las trombocitopatías suelen ser secundarias al empleo de fármacos bien como efecto buscado o bien como efecto secundario indeseado.

¿Qué significan los grupos sanguíneos?

En la superficie de los glóbulos rojos existen unas macromoléculas formadas por combinaciones de glucoproteínas y glucolípidos que se llaman aglutinógenos y que están determinados genéticamente. En función de la presencia o ausencia de los diferentes tipos de aglutinógenos (hay más de 100) la sangre se puede clasificar en diferentes sistemas de grupos sanguíneos, de los cuales los dos más conocidos son el sistema AB0 y el Rh.

El sistema AB0 se basa en la presencia o ausencia de dos aglutinógenos de naturaleza glucolipídica llamados A y B. Las personas cuyos glóbulos rojos exhiben el aglutinógeno A se clasifican como grupo A, si los hematíes tienen el aglutinógeno B la sangre será del grupo B, si tienen ambos aglutinógenos el grupo sanguíneo será el AB, y si no exhiben ninguno de ellos la sangre será del grupo 0.

Algo análogo ocurre con el sistema Rh, lo único es que en este caso sólo hablamos de un aglutinógeno que en el caso de estar presente se asocia al grupo Rh positivo y si está ausente al grupo Rh negativo.

¿Qué importancia tienen sobre nuestra salud o posibilidades de sufrir ciertas enfermedades?

El grupo sanguíneo puede condicionarnos a tener un mayor riesgo de padecer determinadas enfermedades. Puesto que los grupos sanguíneos vienen genéticamente determinados puede haber cierta correspondencia entre la herencia de un grupo sanguíneo y la mayor o menor predisposición a sufrir un tipo de enfermedades.

Parece que las personas del grupo 0 tienen una mayor predisposición a padecer hipertensión arterial, anemia por déficit de hierro, alteraciones del perfil lipídico (especialmente hipercolesterolemia), enfermedades pulmonares e insomnio según un estudio realizado en España. Mientras que las personas del grupo A estarían más predispuestas a padecer depresión, anemia por deficiencia de vitamina B12, y problemas de próstata en el caso de los varones según ese mismo estudio.

¿Cómo se genera/produce la sangre?

La formación de la sangre, la hemopoyesis, hace referencia a la formación de sus elementos formes que ocurre principalmente en la médula ósea roja.

A partir de una célula madre pluripotencial de la médula se generan dos tipos de células madre, una para la línea mieloide y otra para la línea linfoide. La célula madre mieloide se va a diferenciar en diferentes tipos de células precursoras llamadas “blastos”,

  • Proeritroblasto, el cual perderá el núcleo y se convertirá en un reticulocito, que es la forma inmadura de los hematíes, para acabar convirtiéndose en uno de ellos al madurar
  • Megacariocito, que se fragmentará en las plaquetas
  • Mieloblasto eosinofílico, que madurará convirtiéndose en eosinófilo
  • Mieloblasto basofílico, que se convertirá en basófilo
  • Mieloblasto, que al madurar se transformará en neutrófilo
  • Monoblasto, que se convertirá en monocito y algunos de estos monocitos en macrófagos

La célula madre linfoide se va a diferenciar en dos tipos de precursores, los linfoblastos T, que originarán los linfocitos T y los linfoblastos B que harán lo propio con los linfocitos B.

Todo el proceso está regulado por diferentes hormonas llamadas factores de crecimiento hemopoyético, como la eritropoyetina (EPO) que regula la diferenciación y crecimiento de los precursores de los hematíes, la trombopoyetina, que hace lo propio con los precursores de la plaquetas y los factores estimulantes de colonias y las interleucinas que en este caso actúan sobre los precursores de los glóbulos blancos.

Emilio Vivallo VIU
Emilio Vivallo-Ehijo

Equipo de Comunicación de la Universidad Internacional de Valencia.